SI HAY PROCESO, HABRÁ REVOCACIÓN
G. C. Samayoa Madrigal
El 25 de diciembre próximo será la última fecha para recabar firmas ciudadanas solicitando se efectúe el proceso de revocación y unos días después, tras la comprobación de la legitimidad de todas las peticiones, el Instituto Nacional Electoral (INE) tendrá los elementos para anunciar si dicho proceso se celebrará o no. Se requieren de poco más de dos millones 700 mil firmas, de al menos 17 estados de la República.
Aún no se puede adivinar si se alcanzará la meta necesaria para que el INE lance la convocatoria y organice la jornada programada para el 27 de marzo o el 10 de abril del venidero 2022… No se pueden anticipar resultados debido a las campañas de desaliento que se han intensificado y los procedimientos amañados de MORENA de desvirtuar el propósito constitucional, al promover una “ratificación” inexistente legalmente y que sólo orilla a la confusión.
Hay mucha gente desconcertada e incluso atemorizada ante versiones de que la revocación es la consolidación de la dictadura, el temor a represalias y la duda sobre si será un gasto inútil y oneroso, entre otros supuestos… no se logra digerir que el presidente promueva desde la plataforma de la mañanera la revocación y que paralelamente haya versiones —algunas procedentes de palacio, otras de MORENA y algunas más desconocidas— de la inconveniencia de la revocación como tal.
Sería pregunta obligada: ¿a quién no le conviene este proceso? Y la respuesta lógica sería: al que podría resultar revocado.
Ante lo que hasta ahora se ha planteado y las reacciones ocasionadas, resulta prudente apuntar que se trata de un acto completamente ciudadano, no obstante intromisiones partidistas y oficialistas. Se trata de un gasto justificado pues su tendencia es empoderar a los ciudadanos, al pueblo, que se confirma que el soberano pone y quita según las circunstancias y la defensa de los intereses de la patria. Gasto oneroso y ridículo fue el de la famosa consulta para juzgar a los expresidentes, dinero tirado a la calle pues la aplicación de la ley es obligación de las autoridades —principalmente el presidente— y no es necesario pedir la anuencia del pueblo. No hay que confundir entre estas erogaciones.
Y en ese sentido, lo que la gente debe hacer es guiarse por su conciencia ciudadana, si está de acuerdo con el actual gobierno y que continúe hasta cumplir los seis años, no tiene porqué firmar la solicitud de revocación. Pero, si por el contrario, siente que le ha defraudado el régimen de la autollamada cuarta transformación y desea el cambio de inmediato, entonces es obligado a unirse a la acción ciudadana que pide al INE convoque al proceso en marzo o en abril de 2022.
Estos sentimientos ciudadanos encontrados mantienen en la incertidumbre si se alcanzarán las firmas necesarias.
Pero lo que puede anticiparse es que si se obtiene la voluntad de los más de dos millones 700 mil mexicanos y se realiza este proceso ciudadano, es muy factible que López sufra la revocación y tenga que interrumpir su mandato, para refugiarse en su rancho en palenque, como lo ha prometido desde el principio.
¿En qué se basa esa conclusión? En el hecho de que cada vez son más los mexicanos afrentados, engañados, denostados, insultados desde Palacio Nacional. En la mente del ejecutivo federal hay dos pueblos, el que concibe como el bueno y que sólo permanece en su imaginación, pero que no existe y, por tanto, no estaría en las urnas para emitir voto alguno. El otro, el verdadero, es el pueblo que padece los desaciertos de un López que llegó a la presidencia no a gobernar, sino a expandir su movimiento —MORENA— y “legitimar” su “cuarta transformación”… De los mexicanos tal parece que sólo espera que sigan aguantando las mentiras y los abusos de sus gobernantes.
Desde luego, que ello lo ha afectado y se revela en las diversas manifestaciones que le han impedido la libre circulación, se van sumando y multiplicando demandas, reclamos y hasta insultos. Sus “encuestas” que dicen le “privilegian” muy poco las creen. Vive en el engaño, se sume en las apariencias, hay desesperación en sus estrategias emergentes, como la del 1 de diciembre, tercer aniversario de su toma de protesta… evento en el “Zócalo democrático”, atiborrado de acarreados pagados, muy al estilo del viejo priísmo, al que ya a nadie sorprende.
La revocación está tocando las puertas de palacio… la voluntad ciudadana será la que decida el destino del tabasqueño y es que hay que contemplar que una vez que se haya efectuado la votación y cerrado las casillas, —como es usual— se produzcan las impugnaciones y la más importante será la que objete los sufragios concedidos a la opción de que “siga en la presidencia”, pues el Tribunal Electoral, si atiende el principio de que la ley no está por encima de la Constitución, se verá obligado a anular dichos votos y legitimar tan sólo los que apoyan la revocación.
Y entonces hay que volver a la pregunta: ¿a quién no conviene el proceso de revocación?… Quede a consideración de la opinión pública.