GOLPEAN POLÍTICOS LA NATURALEZA DEL MATRIMONIO: IGLESIA

GOLPEAN POLÍTICOS LA NATURALEZA DEL MATRIMONIO: IGLESIA

*Ministros y organismos laicales de la Iglesia Católica, así como académicos, empresarios e infinidad de ciudadanos, reconocen que las parejas del mismo sexo tienen derecho a un reconocimiento legal y a una protección civil, pero no la categoría de matrimonio



POR AGP

Celaya, Gto. (23 de diciembre de 2021).- Reconociendo que las parejas del mismo sexo tienen derecho a un reconocimiento legal y a una protección civil, ministros y organizaciones de laicos de la Iglesia Católica de las diócesis, de la Proviencia Eclesiástica del Bajío, con el respaldo de infinidad de ciudadanos, lamentan que los políticos quieran darle la categoría de matrimonio: “nos sentimos tristes, molestos y desilusionados ante la incoherencia en decisiones que lastima lo más sagrado de nuestra sociedad, la familia”.

Carlos Sandoval Rangel.

En un texto expuesto a la Opinión Pública, los responsables de la Pastoral de Educación y Cultura, de la Provincia Eclesiástica del Bajío, que coordinan los presbíteros: Carlos Hernández, de la Diócesis de León; Rodrigo Berceló Gómez, de la Diócesis de Irapuato; Alejandro Lara, de la Diócesis de Querétaro, y Carlos Sandoval Rangel, de la Diócesis de Celaya, expresan sus consideraciones, desde el punto de vista natural a favor del matrimonio entre hombre y mujer, como principal institución que emana de la misma naturaleza del ser humano, de la cual se deriva, también de forma natural, la familia. “A esta institución, que ha acompañado, desde su origen, la vida del ser humano, le corresponden unos principios y unos fines que derivan de su esencia misma y han dado vida, orden y sustento a la humanidad”.
A favor del matrimonio monogámico señalan que históricamente muestra que el amor íntimo, personalizado, complementado, fiel y eterno, entre un hombre y una mujer, está por encima de cualquier otro intento de matrimonio.
Consideran que la disposición del Gobierno del Estado, a través de la titular de la Secretaría de Gobierno, Libia Denisse García Muñoz Ledo, “es un golpe infame a la naturaleza del matrimonio”, y lamentan que los legisladores no puedan darle una figura legal a la vida en común que llevan algunas parejas.
Cita el documento: “El ser humano no es una cuestión sólo de tendencias emocionales, culturales o convencionales. Su ser tiene fundamento en unos principios ontológicos que lo sustentan, los cuales, bajo ninguna circunstancia, pueden ignorarse. Por lo que no bastan dictámenes políticos para cambiar la naturaleza de las personas ni de determinadas instituciones, como es, en este caso, el matrimonio. No basta un dictamen para que el manzano dé peras”.



TEXTO DEL COMUNICADO A LA OPINIÓN PÚBLICA

Golpe infame a la naturaleza del matrimonio

Comunicado abierto a la opinión pública:

La tarde del 20 de diciembre, del año en curso 2021, el Gobierno del Estado de Guanajuato, emite un dictamen a través de la Secretaría de Gobierno, cuya titular es la C. Lidia Dennise García Muñoz Ledo, donde se reconoce el matrimonio igualitario y el derecho a la no discriminación por orientación sexual. Dictamen que, en fechas precedentes, también ya realizó el Gobierno del Estado de Querétaro.
Es un hecho que da para muchas conclusiones lamentables, de las cuales enumeramos tres: una, el Gobierno está olvidando que la naturaleza no se cambia con dictámenes. Otra, queda en claro que hoy se trabaja más en pro de los que hacen más ruido y no por el bien verdadero de la humanidad. Y una tercera, quedan más que exhibidos nuestros legisladores al no poder darle una figura legal a la vida en común que llevan algunas parejas con tendencia sexual del mismo sexo.
Hay instituciones que emanan de la naturaleza misma del ser humano, entre ellas, la principal es el matrimonio, del cual se deriva de modo, también natural, la familia. A esta institución que ha acompañado, desde el origen, la vida del ser humano, le corresponden unos principios y unos fines que derivan de su esencia misma y han dado vida, orden y sustento a la humanidad.
Y es la misma historia, quien nos muestra que el amor matrimonial monogámico, íntimo, personalizado, complementado, fiel y eterno entre un hombre y una mujer está por encima de cualquier otro intento de matrimonio. Sólo desde ahí se puede responder a los fines que le corresponden por naturaleza al matrimonio. El matrimonio monogámico es el único espacio donde se puede aspirar a que el valor de la persona y el amor humano logren su máxima expresión y ofrezcan los frutos más altos y fecundos.
Por lo anterior, el dictamen ya mencionado, emitido por Gobierno del Estado, se puede calificar como un golpe infame a la naturaleza del matrimonio. Pues, ¿cómo se puede dar el reconocimiento de matrimonio a una convivencia entre personas del mismo sexo, donde no se tienen las condiciones naturales para responder a las tareas propias que le corresponden a una institución que emana de la naturaleza misma del ser humano? El ser humano no es una cuestión sólo de tendencias emocionales, culturales o convencionales. Su ser tiene fundamento en unos principios ontológicos que lo sustentan, los cuales, bajo ninguna circunstancia, pueden ignorarse. Por lo que no bastan dictámenes políticos para cambiar la naturaleza de las personas ni de determinadas instituciones, como es en este caso el matrimonio. No basta un dictamen para que el manzano dé peras.
Uno de los elementos esenciales del matrimonio y que se convierte en algo indispensable para responder a los fines de éste, es, desde luego, la complementariedad, la cual parte de una riqueza masculina y una femenina, con todos los componentes que la integran. Desde el momento de la concepción, donde el óvulo es fecundado por el esperma, hablamos de un nuevo ser, con su componente de 46 cromosomas, que ya definen los caracteres principales de una persona, incluyendo su sexualidad. Así, la persona desde el embarazo se va modulando en su naturaleza con una estructura femenina o masculina.
Es, precisamente, en esa riqueza masculina y femenina, estructurada de modo natural, que abarca las dimensiones físicas, emocionales y racionales de la persona, donde encuentra una razón sólida y válida el complemento interpersonal a la altura del matrimonio. Y sólo desde esa riqueza complementaria, se puede tener la capacidad para responder a los fines propios del matrimonio. No es algo sólo sexual, sino un complemento que exige todas las dimensiones del ser. Por eso, no basta que una persona, por intervención quirúrgica, adquiera el fenotipo sexual que decida.
A lo largo de la historia ha habido intentos por licitar matrimonios con una estructuración poligámica o entre personas del mismo sexo. Pero, dado que el fin fundamental del matrimonio es procrear y formar personas, de inmediato surgen los inconvenientes de dichos tentativos. Pues cabe mencionar que el objetivo del ser humano no es subsistir, sino su verdadera realización, la cual sólo se logra cuando se está acorde a la naturaleza, de donde emanan sus capacidades y toda su riqueza.
En la poligamia se beneficia la fecundidad biológica y el desarrollo numérico, pero no el valor de la persona ni el amor personalizado. En la unión de parejas de un mismo sexo, falta la riqueza de la complementariedad y la fecundidad, por lo que ni el amor ni la sexualidad cumplen su fin, y, por tanto, no pueden entrar en el proceso estructural natural de formación de una sociedad.
El matrimonio está al servicio de la existencia humana, por eso es fundamental la relación sexual (v-h). Pero esa relación sexual no es algo aislado, sino que se vuelve humana cuando está enmarcada en el amor en toda su expresividad, por eso es modelo de toda relación interpersonal. Así, la institución matrimonial justifica la relación sexual, sea por las consecuencias (hijos), como por las personas mismas, pues viven en el amor. De aquí nace la justa valoración ética.
Si la relación entre la pareja no es fecunda y, además, no puede ser complementaria porque no hay una estructuración natural a nivel físico, emocional y racional ¿en base a qué se le puede dar el reconocimiento como matrimonio? Por razones tan diversas, puede suceder que una persona tenga una tendencia sexual hacia las personas del mismo sexo. Y si esa persona decide vivir de modo estable y hacer pareja con otra persona del mismo sexo, ningún poder político, religioso o social tienen derecho a discriminarle y, mucho menos, a prohibirle. Cada quien es libre de vivir con quien decida.
Ahora, no se puede negar que las parejas del mismo sexo tengan derecho a una protección legal, a un reconocimiento civil. La cuestión es: ¿por qué los políticos se afanan en darle a este modo de convivencia la categoría de matrimonio? ¿No entienden o no quieren entender lo que es un matrimonio? ¿Se creen superiores a la naturaleza misma? Y a eso le podemos agregar que, entre las causas más graves de la desconfiguración social, está el deterioro de la familia, muchas veces alentado por este tipo de leyes. Por lo que, nuestros legisladores tienen la tarea de buscar la protección legal y la no discriminación de las parejas homosexuales, pero sin darle jamás la categoría de matrimonio, pues dichas parejas no están capacitadas a responder a una tarea tan alta.
Ante esta determinación del Estado, caben preguntas como: ¿dónde está la voz y el trabajo de los diputados que anduvieron pidiendo el voto con la bandera de proclamarse pro-familia y provida?, ¿o se van a alinear a las aberraciones contra la institución que más beneficio le ha ofrecido a la humanidad, como es el matrimonio monogámico, fundamentado en el amor personal entre el hombre y la mujer?
El presente comunicado recoge el sentir de gente de academia y del mundo empresarial, movimientos y organismos laicales de la Iglesia católica, sacerdotes, Unión de Empresarios en México e infinitud de ciudadanos, quienes nos sentimos tristes, molestos y desilusionados ante la incoherencia en decisiones que lastima lo más sagrado de nuestra sociedad, la familia.

Atentamente:
Pastoral de Educación y Cultura de la Provincia Eclesiástica del Bajío, Diócesis de León, Irapuato, Querétaro y Celaya. Coordinadores: Pbros. Carlos Hernández, Rodrigo Berceló Gómez, Alejandro Lara y Carlos Sandoval Rangel.

23 de diciembre de 2021.

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