REVOCAR… NO HAY DE OTRA

REVOCAR… NO HAY DE OTRA


G. C. Samayoa Madrigal

Andrés Manuel López Obrador ya logró lo que se temía: pulverizó la institución presidencial… se ha negado a gobernar, prefiriendo mantener el liderazgo moral de la mal llamada cuarta transformación —proyecto que nadie entiende, porque nadie lo explica razonablemente—, insistir en ser el mesías “comparable a Jesús», presumiendo ser un clon combinado de Juárez, Madero y Cárdenas, pretendiendo —sin probabilidad ni mérito alguno— pasar a la historia como el mejor presidente, no obstante que sus acciones lo están ubicando como el peor… la vergüenza nacional.

López vive de ilusiones… es ciego y terco: no ve ni acepta la realidad… de ahí el fracaso de la 4 t y su líder, que han llevado al peor de los desastres a la patria.

Andrés llegó a Palacio Nacional tan sólo para ostentar el poder y abusar de él, despreciando y violando la Constitución, las leyes y todo tipo de regulaciones.
Se sirve del poder presidencial para cobrar venganzas, liberar odios y rencores…

En lugar de cumplir el compromiso de proteger y defender los intereses de la sociedad mexicana, ha preferido dividirla, insultarla, mentirle, engañarla, traicionarla, señalarla, retarla, despreciarla, exhibirla. En este sentido sí hay transformación, pues pasó de candidato vitalicio en campaña permanente, a Enemigo Número Uno del Pueblo.

Dedicado a omitir y transgredir las leyes, lo que incluso presume cotidianamente en las mañaneras, adquiere las características de Presunto Delincuente Político, circunstancia que obliga sea objeto de investigaciones, se abran carpetas y, de encontrarse elementos, llevarlo a los tribunales para que se desahoguen los procesos que correspondan… Y no se están vislumbrando delitos menores, sino graves que podrían dar factibilidad a la aplicación del artículo 108 de la Constitución que señala que “el Presidente de la República, durante el tiempo de su encargo, sólo podrá ser acusado por traición a la patria y delitos graves del orden común”.

Hay que reiterarlo, sí son graves los presuntos delitos en que está incurriendo el inquilino de Palacio Nacional y que él mismo pregona en los “diálogos circulares” de todas las mañanas en el Salón de Tesorería de la sede del ejecutivo federal.

México está urgido de soluciones y salvación, ante los efectos nocivos de la 4t que lo están hundiendo peligrosamente.

Pensar que en un rasgo de honestidad López podría renunciar, es iluso, hay que descartarlo, lo domina la prepotencia, la arrogancia, la ceguera y la inconsciencia.

Por ello las soluciones a corto plazo pueden o deben ser dos: someterlo a un juicio político, que en este momento se antoja imposible por la sumisión del legislativo al ejecutivo, o el proceso revocatorio programado para el 10 de abril de este 2022.

Los elementos antes enunciados son suficientes para que el pueblo asista a las urnas ese domingo 10 de abril y vote mayoritariamente por la revocación de mandato, lo que frenaría la ola de destrucción provocada por el tormentoso Andrés… Mejor que se vaya a Palenque y allá que enfrente las consecuencias de haber traicionado la confianza de los mexicanos.

Cierto, hay diversas voces de políticos, analistas y gente común que aconsejan la no participación en la revocación, argumentando mañas del falso mesías, el movimiento morenista que anuncia ratificación, argumentando experiencias en el extranjero, sosteniendo que es un gasto inútil, que el objetivo es la reelección y con ello la instauración de una dictadura… y otros conceptos, para desalentar la participación ciudadana.

Esos comentarios ofenden al pueblo, pues lo subestiman, lo menosprecian, ponen en duda su capacidad de discernimiento, de solidaridad, de visión, de formación política, de responsabilidad social y de compromiso.

La organización del proceso revocatorio está en marcha, nadie lo puede detener porque es un mandato constitucional y una acción eminentemente ciudadana. Si el 40% del padrón electoral, o más, asiste a las urnas el 10 de abril será una fructífera inversión. Hay que entender que, históricamente, la abstención es la mejor oportunidad para poner en práctica las malas mañas, las trampas y pretender los fraudes electorales.

Lo importante es que todos vayan a votar, independientemente de la opción que deseen ejercer.

Lo que también es cierto —una realidad— es que la Constitución ordena un proceso sólo para revocar mandato. ¡No existe el término “ratificación”! Por ello —aunque lo haya aprobado el legislativo sometido al ejecutivo— no tiene validez la pregunta de si quieren que siga el presidente, porque la ley no está por encima de la Carta Magna, al contrario, se debe sujetar a ésta.

No obstante lo anterior, aparecerá esa segunda opción en la boleta electoral. Grave error del legislativo, pues una vez concluida la jornada revocatoria, los votos concedidos a que siga podrán, deberán ser impugnados por la propia ciudadanía y deberá revisarlo el Tribunal Federal Electoral que tendrá que sujetarse al ordenamiento constitucional y considerar nulos esos sufragios por el siga. Por tanto, sólo tendrán validez los votos a favor de la revocación.

Queda en la conciencia ciudadana.

No hay de otra, la solución para que el país no se hunda, es la revocación de mandato y que deje la presidencia Andrés Manuel López Obrador, persona que debe ser llamada a cuentas por la justicia.

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