DE UNA VISITA EXTRAÑA

DE UNA VISITA EXTRAÑA


JOSE CARLOS GUERRA AGUILERA.

1. Hace mucho tiempo conocí que había obligación de los jueces del fuero común, llamados municipales, de visitar las cárceles regularmente, para directamente conocer algunos aspectos del modo de vida de los detenidos, y dar instrucciones en su beneficio, si necesario y jurídico fuere.

2. Recuerdo algún día que busqué como abogado a una persona llamada Salvador Cano, en la cárcel de Celaya. De repente al preguntar con gritos si estaba Chava, todos eran Salvador Cano, todos querían salir.

3. Igualmente, me acordé cuando recomendé a un Presidente Municipal de Guanajuato, sobre esas necesarias visitas y en la primera visita se encontró que había más detenidos que los registrados, ya que algunas esposas o concubinas llevaban a sus maridos para que ahí durmieran.

4. La visita extraña a que me quiero referir principalmente, se dio el 11 de mayo de esta anualidad, por parte del Presidente de la Corte, al visitar la cárcel de mujeres de Santa Martha y más sorpresa la dio la reclusa más famosa, Rosario Robles, quien pudo hablar por ella y por muchísimas detenidas. La noticia fue por supuesto muy llamativa, se le llamó histórica, y en ella se desgarraron los mismos gritos de las reclusas, sin sentencia desde hace más de un año, muchas injusticias, el reinado de la prisión preventiva que castiga antes de sentencia y muchos gritos de dolor y en busca de esperanza.

5. Y la pregunta sería obvia, si sirvió para algo esa visita.

6. Creo que fue una visita política. Reflectores, ruido, llamar la atención. Los funcionarios oyen a los detenidos, algunos los escuchan. Lo peor es que quizás no los comprenden.

7. Recuerdo haber leído hace muchos años, un caso de un juez europeo, que considerando haber cometido errores en su sentencia, fue voluntariamente a la cárcel de vacaciones, para entender lo que había indilgado. Que ejemplar y extraña actitud.


DE LA VISITA LAMENTABLE.

1. El triste espectáculo del señor que pidió que se destruyera la emblemática estatua de la libertad, allá en otro país. La negativa del mismo señor de ir a una reunión a condición de que fueran sus cuates de otros países. El miedo de ese señor de enfrentarse a periodistas en una cumbre. Hay que recordar que su amigazo Donald, en su visita cuando aquel era lo que fue, no fue entrevistado por la prensa, se le protegió, y no solamente porque no habla el idioma inglés, sino por muchas razones entre la que destaca a cómo responder.

2. La visita del señor en la que no fue recibido por Biden en la Casa Blanca, sino por el jefe del protocolo. En la que el señor leyó pedimentos y pedimentos, dista mucho de parecerse a las visitas de verdaderos jefes de estado, y para colmo la presencia de mariachis, y la propaganda improcedente de la soñadora Claudia y los estertores posteriores de felicitación por haber puesto en alto el nombre de México, suenan a juegos desgastados, ridículos, triviales, del arcaico priismo, que ahora se disfraza de un partido que dice ser de renovación nacional.

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