Donar libros, un ejercicio para la paz
Por Velia María Hontoria Álvarez
La saturación es el mal de estos tiempos. Demasiadas actividades por hacer. Bombardeados por informaciones de todo tipo. Excesos de valiosas e interesantes frases, estudios, clases, cursos, capacitaciones, conferencias mezcladas con las banales y sin sentido. Una aprehensión continua invade nuestros sentidos, obligándonos a depender cada día más del telefonito y su sagrada información. Desconectada me pierdo y conectada, jamás a tu lado estoy. Esta frase duele, quizá porque me hace sentido, dijo Maura cerrando su Ipad. Sus largas pestañas entrecerradas explicaron sin hablar las preguntas que yo me hacía, sin atreverme a proponer por temor al escandaloso ridículo o la respuesta sobada y simplona ¿Qué hacer? ¿cómo seleccionar? Tantas señales y flechas señalan el camino y de tantas en tanto, seguimos perdidos ¿o no? que ganas de procrastinar, de dejar para mañana, al ahorita o hasta #másalratito.
¿Leer o no leer? ¿Imaginar o quedarnos en el burrato calificado? ¿empezar cien cosas sin acabar o sentarme solamente a leer? No lo sé, más este ejercicio de donar libros, nos podría dar una pauta diferente en #lointente; una gran mayoría de niños y jóvenes ya no les interesa leer por ese abarrotamiento inútil de tareas envueltas en textos duros para deglutir. Engorrosas actividades que oscurecen la imaginación, donde pareciera que los padres, solo buscan cansarlos a tope para que una vez despiertos vuelvan de nuevo a dormir. Maestros cansados, agotados, desilusionados rellenan las clases con encargos del #vayaustéasaber. Más, que pasaría si ante sus ojos se abre el Faro del fin del mundo, ¿podrían relajarse, distender esa actitud en ocasiones indiferente? ¿podrán mirar la vida desde otros aspectos? ¿pueden viajar a recónditos lugares sin separase de su asiento? ¿seguirán buscando enamorarse de Alexa o se esconderán con el Siri obediente compañero? No lo sé. Después de solicitar a #gritopelado libros en donación, mucho he aprendido, desde el que ha tenido que reconocer -sin ser juzgado- que en su casa no se lee más que los watts y las redes; pasando por la generosidad de quien ha entregado verdaderas joyas, de las que reconozco, ya no quisiera desprenderme; hasta quien en la pereza o tal vez codicia no quiere regalar ninguno de los muchos que atesora. He escuchado las grabaciones de quien emocionado promociona: soy de Celaya, me sumo a la donación de libros, porque leer es un viaje fantástico y todos merecemos viajar. Mi gratitud memoriosa, para quienes han apoyado esta encomienda trascenderá al infinito, Laura Casillas, Isadora Ponce, Xermán Vázquez, Verónica Espinoza; Expresa TV; Voces Laja Bajío, con Juan Hernández más tú, quien nunca me abandonas.
Cada libro, otra vida leída; cada dedicatoria escrita en las solapas o contraportadas me hace imaginar una sonrisa, un corazón iluminado, una esperanza en camino, bien sé que este fin de semana se sabrá una verdad, pues llegarán pequeños, jóvenes atraídos por estas letras, las negritas saltaran en su memoria para crear espacios, dignificar recuerdos y ampliar horizontes ¡Vamos por promotores de paz, a través de la imaginación ¡
Puedes aun dejar tus libros con su dedicatoria, en la caseta del teatro de la ciudad -Parque Fundadores, Colonia Arboledas- puedes hablarme y paso a recogerlos, puedes regalarlos tú mismo este día 30 de abril en el Parque Fundadores de 8 am a 10 am ( No se aceptan libros de texto por sobradas razones) puedes también quedarte en casa y no hacer nada, tu derecho al final es.