Fiesta de María, Madre de Dios

Fiesta de María, Madre de Dios

*¿Qué le digo y qué le ofrezco hoy a Dios?


Pbro. Carlos Sandoval Rangel

No nos atrevamos a cerrar un año e iniciar otro sin el auxilio de Dios. Igual que los pastores, reafirmemos su presencia, que se nos ha revelado en el Niño recostado en el pesebre. Los pastores nos enseñan a alegrarnos y a maravillarnos de la manera como Dios se hace presente. Reconozcamos que si estamos aquí es porque muchas cosas buenas han sucedido y eso es signo de que Dios está. O si, por caso, lo que más nos pesan son nuestros pecados o errores, también con eso acerquémonos a Dios, no dudemos que nos encontraremos con su misericordia.
Estamos aquí porque Dios ha permitido que muchas personas, hasta de modo silencioso y anónimo, hayan contribuido para nuestro bien: quien nos corta el pelo, quien lava la ropa, quien da brillo a nuestros zapatos, el chofer del autobús, el que abre la puerta, el campesino que trabaja para que yo tenga comida, los que están al pendiente para que me llegue la luz eléctrica, el agua, el gas, etc.
No podemos dejar de dar gracias por el calor familiar, por los amigos y, en general, por cada detalle que nos sucedió durante el año que queda atrás. Todo esto nos muestra el modo como la Providencia divina teje realidades para nuestro bien. Pero, igual, no dudemos en poner nuestra pequeña providencia en manos de Dios, para que también con nuestros pequeños actos de amor, Dios muestre sus bondades a otros.
Sin dudar y con profunda humildad digamos: “Gracias, Señor, por permitirme estar aquí en tu presencia”, esto vale más que todo. No te fijes en la pobreza de mi corazón, sólo piensa en lo mucho que te necesito. Iniciamos un nuevo año, y para enfrentarlo con seguridad, alegría y paz, no necesitaremos fórmulas mágicas ni amuletos, ya que Jesús nos ofreció el mejor programa de vida, que es el Evangelio, solo tenemos que aplicarlo en cada momento para contar con la luz que nos permite discernir y entender.
Cerramos un año e iniciamos otro, también de la mano de María Santísima. Ella es la Madre del amor, la mujer de la esperanza, por eso, cuando las fatigas y confusiones nos generen incertidumbre, no dudemos en invocarla. Por algo, la Iglesia, al inicio de cada año, nos invita a recordar a María como nuestra Madre.
María Santísima es la Mamá peregrina que nos acompaña en todas las circunstancias. Como dice el Evangelio: Ella, “guardaba todas las cosas y la meditaba en su corazón”. Por eso, su corazón es muy rico en las cosas de Dios. Ahí tiene las vivencias más sagradas de su Hijo. Nosotros, como buenos hijos, seamos humildes y no nos soltemos de su mano amorosa.
Por último, no nos olvidemos de los más necesitados. En ellos, como dice el Papa Francisco, tocamos a Cristo y a través de ellos podemos llegar a la meta más gloriosa: la vida eterna. Son muchos, pero ojalá que nosotros estemos cerca, al menos, de uno para que su vida no sea tan dura y le hagamos la bondad y la bendición de Dios. “El Señor te bendiga y te proteja, haga resplandecer su rostro sobre ti y te conceda su favor. Que el Señor te mire con benevolencia y te conceda la paz” (Nm. 6, 22-27).
Dios está, nos sostiene, nos ilumina y nos llena de su amor, lo demás nos toca trabajarlo a nosotros.
¡Feliz año nuevo!

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