DESDE LAS SOMBRAS DE CFE
Por Velia María Hontoria Álvarez
Treinta horas sin luz, no se vale, gritaban los manifestantes. Mi abuela decía que, en una casa, lo más grave era quedarse sin agua, y lo segundo, sin luz. Hoy en día, en nuestras casas, la energía eléctrica es tan esencial como el agua. No solo para el bombeo necesario hacia la cisterna o hasta el tinaco, sino para conservar alimentos, medicamentos y permitir el funcionamiento de innumerables dispositivos.
Por supuesto, en el ámbito comercial, industrial y hospitalario la electricidad es un insumo básico para operar, prestar servicios o simplemente mantener la seguridad. En estos últimos días, una colonia entera se quedaron sin luz por más de treinta horas, sufriendo innumerables pérdidas económicas, sociales y de salud. Esta costumbre habitual se muestra en los continuos apagones que vive la ciudad incluyendo las zonas Industriales -no privilegiadas- de todo el estado y el país. Se escribe rápido 30, más vivirlo, no debió ni debe ser fácil, reflexione, más de treinta horas en las que la inseguridad se apoderó de las calles, los enfermos en crisis por la falta de equipos médicos operativos o medicamentos que debían mantenerse a ciertas temperaturas -los cuales posiblemente se echaron a perder- alimentos perecederos al bote y tantos hogares exponiéndose a la peligrosa iluminación de velas. Y, ¿Quién responde por estos daños? La Comisión Federal de Electricidad (CFE), como única proveedora de este servicio en el país, debería garantizar un suministro constante y fiable, más como amos intocables, no hay manera de obligarles a mejorar o eficientar sus servicios. El deficiente sistema de energía eléctrica en nuestro país parece agravarse con el tiempo sin que a nadie le importe, tampoco se toman acciones de relevancia. Los gobiernos continúan apoyando sistemas obsoletos, incapaces de satisfacer la creciente demanda de energía. Los apagones, lejos de ser una excepción, se han convertido en una norma inaceptable. No es solo una cuestión de incomodidad; es una amenaza para la seguridad y el bienestar de toda una comunidad que depende de este servicio. Cada interrupción en el suministro eléctrico implica pérdidas económicas, pone en riesgo la vida de personas. ¿Qué sucede con los medicamentos que requieren refrigeración? ¿Qué ocurre con alguien conectado a algún aparato en casa? ¿Qué pasa con la seguridad de una ciudad sumida en la oscuridad? La CFE, con su monopolio consensuado, parece eludir la responsabilidad de estos incidentes, más, cuídate de no deberles pues desde su supremacía cobrarán hasta lo que no se les debe. Es imperativo que la CFE así como los responsables gubernamentales asuman su responsabilidad. No debemos continuar soportando un servicio deficiente sin que se tomen medidas correctivas. La infraestructura eléctrica debe modernizarse y expandirse para evitar estos apagones prolongados que afectan a millones de personas. Además, debe haber transparencia y comunicación clara con los usuarios; no es aceptable que los ciudadanos se queden sin luz, menos, sin previo aviso justificada de la causa y el tiempo estimado de restablecimiento. ¿Hasta dónde llegan nuestros derechos como consumidores de un servicio esencial? ¿En qué momento la CFE se hará responsable de los graves daños ocasionados por estas interrupciones? Exigir respuestas y soluciones es nuestro deber pues nuestros derechos, no deben terminar cuando se apaga la luz o ¿usted qué opina?.