//MENSAJE DOMINICAL:// Desde la belleza femenina y masculina

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*XXVII domingo del tiempo ordinario

Pbro. Carlos Sandoval Rangel

“No es bueno que el hombre esté solo” (Gn. 2,18). El hombre puede trabajar la tierra y poner nombre a los animales, lo que significa el dominio que Dios le da sobre todo lo creado. Pero, aun así, experimenta su soledad. Descubre su identidad de humano a partir de la diversidad que experimenta frente a todo lo creado.
“No es bueno que el hombre esté solo”. Esta expresión no sólo precede la decisión de crear a la mujer, sino que también indica un significado especial de esa soledad originaria del hombre, como un precedente que reafirma lo esencial que es reafirmar el propio ser a partir de alguien semejante a sí mismo. “voy a hacerle a alguien como él, para que lo ayude… entonces el señor Dios hizo descender un sopor sobre el hombre, quien se durmió. Le quitó una costilla… con la costilla… formó a la mujer” (Gn. 2, 21-22).
Dice san Juan Pablo II: “Se puede concluir que el hombre cae en aquel sopor para despertarse varón y hembra”. De ahí se redimensiona y resurge la humanidad. Lo que era sólo individuo, solitario, ahora puede volver a emerger y comprenderse a partir de una doble unidad: “varón y hembra”. El varón se encontró con alguien semejante a sí mismo, pero con un matiz femenino. A partir de ahí la humanidad logra una dimensión antes imposible de comprender. Y vuelve a ser incomprensible cada vez que le arrebatamos su belleza masculina o femenina.
“Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne”. La presencia de Eva permitió que Adán resolviera el problema de la soledad originaria, para abrirse a un amor de tú a tú, que será motor fundamental de la vida en toda pareja. El descubrimiento de Adán respecto a Eva es el “encuentro con un rostro, con un tú que refleja el amor divino” (Francisco, Amoris Letitia 12).
El círculo de la soledad del “hombre como varón” se rompe. Ahora se despierta como varón-hembra. En adelante, el ser humano sólo se entiende a partir de un nosotros, iguales en dignidad y, a la vez, distintos en sus aspectos corporales y psicológicos. La identidad del hombre, en cuanto varón, es incompleta si no ubica la complementariedad de la mujer y si no le da la valoración cabal como ella es, y viceversa.
Así, el origen de lo creado culmina con la creación de dos seres, capaces de vivir una unidad tal que son una sola carne, son una comunión de vida. De hecho, todo el proyecto de Dios es en clave de comunión. Por eso, la comunión sacramental supone la comunión de vida del ser humano. Es más, aquella pierde su significado cuando no existe esta. Y algo muy especial: la comunión no anula la riqueza femenina ni la masculina, al contrario, se sustenta sobre ellas.
Lo expresado en el génesis es el origen de un proyecto que encuentra plenitud en Jesús. Por eso, Él no puede quitar el origen y remite a él: como fue en el principio, “el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y los dos serán una sola carne” (Mc. 10).
Dios nos creó a su imagen y semejanza, así marcó nuestro ser. Pero esa semejanza divina, aunque parte de cada persona, incluye, de modo necesario, la comunión con los otros. La estructura humana, que implica cuerpo, afectos y dimensiones espirituales, está preparada y toma sentido en el encuentro con la otra persona.
“Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”. Que no lo separe el hombre con sus irresponsabilidades, con su egoísmo, con sus caprichos. Que no lo separe el hombre al dejarse influir por ideologías que desconfiguran la riqueza y belleza de la masculinidad y la feminidad. Estos y otros factores que nacen de la dureza del corazón, como lo aclara Jesús, han provocado que “la familia, en los tiempos modernos, sufra, quizá como ninguna otra institución, la acometida de las transformaciones amplias, profundas y rápidas de la sociedad y de la cultura” (Juan Pablo II, Familiaris Consortio 1). Es la dureza del corazón lo que va llevando a muchos matrimonios a vivir consecuencias inhumanas e indebidas.
¡Velar por la dignidad del matrimonio y la familia es pensar con responsabilidad en la humanidad!

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