PROSPECTIVA: La última y nos vamos…
José Gerardo Mosqueda Martínez
Como si fuera la sentencia apocalíptica, el embajador de Estados Unidos, Ken Salazar, advirtió que viene una sacudida para México ante el regreso del republicano, presidente electo, Donald Trump.
Es verdad que, en política, casi nada se puede garantizar, pero viene una sacudida el 20 y 21 de enero, a largo plazo, estos temas que tienen una base muy fuerte, yo creo que sí van a poder seguir según la versión del embajador Salazar.
Hasta hoy, han sido sólo discursos y de parte del gobierno mexicano, algunas acciones que parecieran tener el propósito de sustentar con algunas muestras de acciones dirigidas para tratar de soportar los dichos de la presidenta Sheinbaum, sin embargo, no parece convencer a nadie, me refiero fundamentalmente a las declaraciones del presidente electo en el sentido de anunciar la aplicación de aranceles a las mercancías mexicanas si no se resuelve de manera clara las implicaciones que tiene el tráfico de fentanilo hacia los Estados Unidos y la migración ilegal… el principal socio comercial de México es Estados Unidos, el volumen más importante de remesas que recibe nuestro país, proviene precisamente del esfuerzo y trabajo de los millones de mexicanos que se desempeñan en labores productivas en los Estados Unidos.
A 30 días de qué tome posesión por segunda vez, el presidente Donald Trump ha integrado un gabinete gubernamental con los antecedentes y la sintonía en el modo de pensar del presidente norteamericano para atender grandes temas que tienen que ver con la economía de su nación, con el orden constitucional, con estrategias que consoliden la generación de empleos para los trabajadores norteamericanos, y desde luego los extranjeros que se encuentran en condiciones legales dentro de ese país, y por más que pareciera una utopía; la realidad que hoy se vive en esta relación bilateral, ha generado una serie de acciones de carácter reactivo que están muy distantes de la configuración de un modelo estratégico para el desarrollo económico de nuestro país, y que lamentablemente comunican la falta de visión de Estado, porque lamentablemente, la presidenta de México prefiere anteponer su fanatismo ideológico antes que plantear medidas de carácter estratégico para sustentar una visión de desarrollo que involucre el pensamiento, el esfuerzo, la formación y el compromiso de las actuales y futuras generaciones de nuestro país.
La conformación de un consejo de empresarios que le rinde cuentas directamente a la presidenta de México, que en principio sustituye a toda la estructura de liderazgos empresariales del país, que no involucra de modo alguno a los centros de investigación, ni el mundo académico, y más bien son tratados como procesos que no tendrían por qué integrarse.
Pone en crisis la capacidad de gestión de esas organizaciones empresariales, con relación a sus propios gremios, y, por otro lado, una pinza táctica entre el pequeño grupo de los Miembros del Consejo Mexicano de negociantes de la mano con el presidente del Consejo Coordinador Empresarial, que por ahora no representa a ningunos de los organismos empresariales que dice coordinar y en un tercer grado el enorme conglomerado de empresarios que hacen que funcionen las micro, pequeñas y medianas empresas de nuestro país, y que desde luego son los que generan la mayor parte de la planta productiva que le da sustento a la economía nacional.
Durante el sexenio inmediato anterior, del primer piso de la cuarta transformación, se puso en la lista de irrelevantes todos los asuntos derivados de las estrategias de crecimiento del país; simplemente al gobierno que presume la transformación le pareció ”inteligente” atender sólo los asuntos que le generaran seguidores de su proyecto, así fuera comprando voluntades con los recursos de las políticas de gastos social del país, y se destinó cero recursos a la generación de nuevas empresas, el estímulo a la creatividad, emprender nuevos proyectos, crear nuevos procesos de servicios y desde luego producir valor agregado para contar con mejores condiciones de vida en nuestro país.
De esos temas no se ocuparon y siguen sin ocuparse, porque en la visión populista del actual gobierno, como del anterior, no cabe reconocer la libre empresa.
La empresa petrolera mexicana, quebrada financieramente, con las peores calificaciones de inversión así como la empresa proveedora de electricidad de nuestro país, dejaron de ser empresas productivas para regresar al viejo modelo de empresas de interés social, y con ese ajuste jurídico despresurizan la exigencia de ser productivos, la obligación de reportar excedentes para que, en una elemental evaluación empresarial, se reporte la capacidad de generar excedentes y por lo tanto contar con los recursos necesarios para actualizar tecnológicamente su planta productiva, para financiar nuevos desarrollos, para generar riqueza al país.
Al actual gobierno, sólo le parece bien, entenderse con sus pares, que en el esquema ideológico que los identifica, les parece elegante, referirse entre ellos como progresistas… me pregunto ¿Cómo se entiende un gobierno progresista que asfixia a las empresas y les impide, por las cargas fiscales, generar nuevas economías?.
Todos esos gobiernos que se definen a sí mismos, como progresistas en sus planes de gobierno, en sus políticas públicas, en sus estrategias y acciones de gobernanza no son, no han sido gestores del desarrollo, todo lo contrario.
Durante el sexenio pasado, les dio lo mismo, si se importaban insumos o productos terminados, si venían con dumping o no, si representaban grandes volúmenes que terminaron sustituyendo a la producción nacional; simplemente dejaron a la deriva las estrategias de crecimiento del país… No les importó consolidar a las empresas y por lo tanto tampoco las plantillas de empleo de sus trabajadores. Por qué nos extrañaría que en los últimos años, el sector textil haya perdido más de 70,000 puestos de trabajo, porque nos debería de extrañar que de cada cinco prendas de vestir que se consumen en México tres son confeccionadas fuera del país e importadas como producto terminado, sin poder asegurar cuánto de esa importación es legal?.
En 30 días, los escenarios cambiarán y el discurso de progreso tendrá que venir acompañado con contenidos estructurales, con modelos de financiamiento, con un marco jurídico que dé certeza a las inversiones y con una prisa por resolver en el menor tiempo posible, competencias de mercado que se pondrán en las prioridades de las economías de los tres países de América del Norte; entonces, el discurso gubernamental de su relación con los países progresistas que coincide con las naciones que hoy están con sus economías destruidas, con su potencial de desarrollo, casi nulo y con crisis sociales que han provocado una diáspora, porque los ciudadanos han perdido la esperanza en sus países, en sus gobiernos, en su futuro.
Desde luego que el gobierno mexicano tiene muy poco margen de maniobra, pero sigue estando en la posibilidad de corregir la ruta de desastre adonde se conduce por ahora al país, el gobierno mexicano tiene la gran oportunidad de reencontrarse con la misión de servicio que le obliga haber ganado las elecciones y por tanto reconocer que el discurso y las estrategias que les ocupan pudieron haber sido aplaudidas en el marco de la rebeldía de su juventud, pero hoy son una amenaza para el desarrollo productivo del país.
El perfil populista, autócrata e impregnado de tesis socialistas, de finales del siglo pasado, no dan para sustentar los retos de desarrollo y crecimiento económico que exige el país y en particular, el reto de negociación con los países en el Marco del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica.
Agradezco infinitamente el favor de su interés por el contenido de esta columna durante un año más, nos veremos, con mucho gusto el primer domingo de enero.
Deseo sinceramente que haya paz y armonía en sus familias, salud y aspiraciones de crecimiento y desarrollo en sus personas, y especialmente deseo que el reencuentro con Jesús niño, sea una fuente de paz en su alma.
Feliz Navidad.
Hasta la próxima en prospectiva
José Gerardo Mosqueda Martínez