//PROSPECTIVA:// Cambiando la prospectiva

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J. Gerardo Mosqueda M.

Tentativas sistemáticas para observar a largo plazo, el futuro de los fenómenos, ya sea que tengan que ver con el futuro de la ciencia o de la tecnología o de la economía o de la sociedad, y siempre que sea factible el propósito de identificar condiciones emergentes que probablemente produzcan mayores beneficios, por lo tanto, es una disciplina con la que nos ayudamos, anticipar y pronosticar mediante el análisis.
Una visión prospectiva, por tanto, implica que se puedan identificar tendencias y esas percepciones faciliten a las instituciones, a las organizaciones, a los gobiernos, anticipar mejor las posibilidades de futuro, y desde luego aprovechar la antelación de forma eficaz, por tanto, tener indicadores prospectivos, es trabajar por anticipado en evitar que ocurran riesgos.
Desde luego que se trata de anticiparse, identificando escenarios que nos permitan pronosticar factores del futuro mediante el análisis prospectivo de manera que siendo un conjunto de enfoques nos ayuden en general, en las personas en las organizaciones, a estar mejor preparados para afrontar los retos del futuro para ser innovadores y ágiles de respuesta ante los escenarios que están por venir.
En el contexto del foro económico mundial, Cristalina Georgieva afirma: estamos pasando de una relativa previsibilidad a un mundo con más fragilidad, mayor incertidumbre, mayor, volatilidad económica, enfrentamientos, geopolíticos y catástrofes naturales, más frecuentes y devastadoras; el mundo en el que cualquier país puede descarrilar más fácilmente y con mayor frecuencia.
La prospectiva seguirá siendo un conjunto de enfoques que ayudan a explorar, imaginar y anticipar el futuro de forma abierta, pero estructurada. Puede ayudar a identificar y explorar los retos y oportunidades que surgen de las múltiples señales y motores de cambio que configuran el futuro.
También es fundamental para argumentar las decisiones y actuar como desencadenante del desarrollo de opciones estratégicas en un contexto lleno de incógnitas.
Siendo muy importante, no es suficiente con referirnos a algunos indicadores estadísticos que normalmente surgen de observaciones técnicas en campo y también en análisis de gabinete y que de alguna manera reflejan realidades y permiten analizar escenarios futuros, en el caso específico de los jóvenes mexicanos, los elementos de análisis no han pasado de un arreglo de números que son expresados estadísticamente y que sugieren la composición social, pero que por ahora no están reconociendo las influencias que han generado nuevas variables en el manejo de los intereses, de los propósitos, de los sueños de las nuevas generaciones de mexicanos y en general de los jóvenes de Hispanoamérica.
Hay 52 millones de jóvenes que no buscan trabajo, ya sea porque sólo estudian o cómo es el caso de 21.8 millones de jóvenes en América, que ni estudian ni trabajan y de estos cerca de 12 millones atienden quehaceres domésticos en su gran mayoría mujeres; por otro lado la situación de crecimiento económico con empleo registrada en los últimos años en América Latina, no ha sido suficiente para mejorar el panorama laboral de los jóvenes, quienes continúan enfrentando un escenario poco optimista, en el cual persisten el desempleo y la informalidad, la directora regional de la OIT para América Latina y el Caribe, Elizabeth Tinoco, señaló la preocupación que existe por la situación del empleo de los jóvenes; es un desafío político que demanda una demostración de voluntad en la aplicación de políticas, innovadoras y de efectividad para hacer frente a los problemas de precariedad laboral.
Sobre la calidad del empleo, el informe destaca que el 55.6% de los jóvenes ocupados, sólo consiguen empleo en condiciones de informalidad, y lo que en general implica bajos salarios, en estabilidad laboral, y carencia de protección y derechos; seis de cada 10 empleos generados para los jóvenes, son informales; además sólo 37% de los jóvenes cotizan para el seguro social de salud y 29.4%, en los sistemas de pensiones; las experiencias, exitosas e innovadoras para mejorar las condiciones de ocupación y empleo de los jóvenes no tienen como referente a México.
Dicho de otro modo, los programas de gastos social, que el gobierno mexicano del primer piso, y segundo piso promueve, no ha logrado impactar en la modificación de los indicadores de eficacia para la ocupación y el empleo productivo de los jóvenes mexicanos.
Es indispensable un cambio de enfoque para modificar variables, en modo prospectivo en primer lugar, la formación de valores y el empleo son aspectos que se relacionan con la formación integral de las personas. La educación en valores permite el desarrollo de habilidades y actitudes que pueden ser útiles en el ámbito laboral, porque inculcar valores éticos, es una forma de promover la tolerancia, la igualdad, la justicia y el respeto a los derechos humanos, también ayuda a desarrollar la autonomía y el empoderamiento de las personas y contribuye a la gestión de las emociones y los problemas afectivos, por lo tanto, el trabajo es un espacio donde se pueden cultivar y fortalecer valores como la responsabilidad, y el esfuerzo, la solidaridad y el trabajo en equipo también permite acceder a mejores oportunidades laborales y crean una cultura sólida que a los empleados les permite sentirse valorados y motivados.
La clave del cambio prospectivo se encuentra en identificar la formación en valores con las áreas de oportunidad para el desempeño productivo, no es suficiente con ofrecer dinero por aprender una tarea, es indispensable cambiar la actitud, trabajar por encontrar nuevas áreas de oportunidad, formarse en las virtudes y dar testimonio de las propias convicciones.
A los jóvenes les ha hecho bien probarse en el aprendizaje de los valores humanos y en el compromiso solidario, porque es la primera oportunidad de actuar de manera coherente entre el deseo de crecer como persona, la promoción de su dignidad y la disposición de ser solidario con su entorno.
Vivir durante muchos años, en un espacio secularizado, donde la fe y la religión han sido reducidas a un hábito personal, y de algún modo se ha olvidado la convocatoria de Cristo: ustedes son la sal de la tierra, son la luz del mundo (Mt. 5, 13-16). Se trata de reconocerse frente a la realidad, y ser capaz de dar testimonio de nuestros valores y de nuestra fe, modificando el entorno, la realidad, nuestras realidades, las que involucran a la familia, la universidad, al trabajo, pero también al vecindario.
El segundo espacio que complementa esta reflexión, es el encuentro de un joven como fiel católico, y el mundo que le rodea, especialmente a través de la presencia, como cristiano, en los espacios sociales que influyen en la comunidad, y que son organizaciones necesarias para la convivencia productiva, indispensables para el desarrollo colectivo de una generación, y que genera el espacio y oportunidades de presencia personal, con los valores que le acompañan.
No tiene por qué estar fracturada la relación del compromiso cristiano, la solidaridad con su entorno, ser productivo, servir a los demás, crecer como persona, ser protagonista, en los cambios de su sociedad y exitoso en el desempeño de su esfuerzo productivo; todos estos factores son especialmente coherentes entre sí y marcan la diferencia en la visión prospectiva de una propuesta pragmática y clientelar, que proviene de las ofertas del gobierno y una propuesta libre, especialmente libre, como las que se pueden hacer a partir de la vivencia de los valores que sean educado, es su desempeño escolar, pero también en su desempeño productivo.
Y si los jóvenes quieren llevar a un espacio todavía de mayor compromiso consigo mismos y asumir su condición de laico, es decir, testigo e instrumento vivo de Dios y de la iglesia, entonces es natural, que se quiera reconocer su injerencia en los asuntos del mundo en donde todo lo religioso no tiene acceso, en esto consiste la misión evangelizadora de la iglesia católica y señala la responsabilidad del laico para contribuir en la edificación de una iglesia donde se promueve la dignidad de la persona, se respeta el derecho a la vida, se asume las convicciones en libertad, se reconoce a la familia como el primer ámbito de compromiso social de la caridad, el alma y apoyo a la Sociedad.
Todos podemos ser destinatarios y protagonistas de la participación política si hacemos que el hombre sea el centro de la vida económica, social, de evangelización de la cultura, y con la convicción de participar activamente en la vida política, económica y cultural buscando que su entorno evolucione de manera congruente al respeto de la libertad de todos.
Sin duda que una nueva generación tiene en sus manos, la posibilidad de cambiar la prospectiva, tomar la realidad en sus manos, y marcarla con el sello de los valores que transforman, y no con la indiferencia y el automatismo que proviene de la ausencia de valores.
Se puede cambiar la prospectiva, desde luego, no sólo como un ejercicio didáctico, sino, especialmente como un ejercicio transformador de la sociedad; cuando en los discursos políticos, se recurre sistemáticamente a pretender emocionar a los jóvenes, diciéndoles que no son el futuro; que son el presente, yo me permito desde esta modesta columna precisar: son el presente y el futuro.

Hasta la próxima en PROSPECTIVA
J. Gerardo Mosqueda M.
Presidente del IAP de Guanajuato.

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