DE UN VERDADERO LIDER, CONMOCIONADO.
« Mirar a los más pobres, en estos días,
puede ayudarnos a todos a ser conscientes
de lo que realmente nos está pasando
y de nuestra verdadera condición».
Jorge Bergoglio.
JOSE CARLOS GUERRA AGUILERA.
1.- Me llegó el libro «La vida después de la pandemia» que está disponible de forma gratuita en español. Puede ser descargado del sitio web www.libreriaeditricevaticana.
2.- Son ocho reveladores textos, que conmueven, pronunciados o escritos desde el 27 de marzo al 22 de abril de este año. Lo único que no me gustó fue la imagen de la portada, dos varones con la cara agachada de espaldas, ciertamente uno tomando de la mano del otro, eso es alentador.
3.- En el prefacio se aduce como segundo objetivo, es sembrar esperanza en medio de tanto sufrimiento y desconcierto. En los textos se observa que el autor habla, “de un modo muy personal, lleno de sentimiento, comprometido y esperanzado, sobre las necesidades y los sufrimientos de la gente en diversas situaciones locales” sin embargo los textos manifiestan un enfoque caloroso, inclusivo, esperanzador, por ello se leen con sonoro acento: ¡Nosotros podemos! ¡Debemos! Debemos levantar las miradas, readaptar rutinas, nos indica en el majestuoso mensaje denominado: ¿Por qué tenéis miedo? del 27 de marzo de 2020. Debemos cuidarnos –nos alerta- el virus más grave del egoísmo indiferente.
4.- Vuelvo a machacar con el reclamo del salmo octavo, que parafraseo: ¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes? (…) Le hiciste dominar sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies. Y me respondo afirmando que hemos fracasado en nuestra gran responsabilidad como guardianes y administradores de la tierra. Hay que llorar ante el gran deterioro de nuestra “casa común.” La hemos contaminado y la seguimos contaminando; la hemos despojado… Y bien se indica: “¿Por qué reinvertir en combustibles fósiles, monocultivos y destrucción de la selva tropical, cuando sabemos que ello agrava nuestra crisis medioambiental?” Somos peor que sordos. Jorge Bergoglio, está preocupado por la hipocresía de ciertas personalidades políticas que hablan de desafiar la crisis… mientras fabrican armas…
5.- El autor advierte para estos tiempos no remotos: (página 28) Se notan algunas consecuencias que deben ser enfrentadas: el hambre, las personas sin trabajo fijo más violencia, la aparición de los usureros, (que son la verdadera peste del futuro social, delincuentes deshumanizados), etc.
6.- El autor se duele (página 30) de “los enfermos, los que han fallecido y las familias que lloran por la muerte de sus seres queridos, y que en algunos casos ni siquiera han podido darles el último adiós. Que el Señor de la vida acoja consigo en su reino a los difuntos, y dé consuelo y esperanza a quienes aún están atravesando la prueba, especialmente a los ancianos y a las personas que están solas. Que conceda su consolación y las gracias necesarias a quienes se encuentran en condiciones de particular vulnerabilidad, como también a quienes trabajan en los centros de salud, o viven en los cuarteles y en las cárceles. Para muchos es una Pascua de soledad, vivida en medio de los numerosos lutos y dificultades que está provocando la pandemia, desde los sufrimientos físicos hasta los problemas económicos.”
7.- Casi grita el autor (páginas 30 y siguientes) “Este no es el tiempo del egoísmo, porque el desafío que enfrentamos nos une a todos y no hace acepción de personas. (…) Este no es tiempo de la división. (…) Este no es tiempo del olvido. Que la crisis que estamos afrontando no nos haga dejar de lado a tantas otras situaciones de emergencia que llevan consigo el sufrimiento de muchas personas. (…) Las palabras que realmente queremos escuchar en este tiempo no son indiferencia, egoísmo, división y olvido. ¡Queremos suprimirlas para siempre!”
8.- Y cuando refiere a los “poetas sociales” (página 37) indica con devoción: “En estos días de tanta angustia y dificultad, muchos se han referido a la pandemia que sufrimos con metáforas bélicas. Si la lucha contra el COVID es una guerra, ustedes son un verdadero ejército invisible que pelea en las más peligrosas trincheras. Un ejército sin más arma que la solidaridad, la esperanza y el sentido de la comunidad que reverdece en estos días en los que nadie se salva solo. Ustedes son para mí, como les dije en nuestros encuentros, verdaderos poetas sociales, que desde las periferias olvidadas crean soluciones dignas para los problemas más acuciantes de los excluidos. – Sé que muchas veces no se los reconoce como es debido porque para este sistema son verdaderamente invisibles. A las periferias no llegan las soluciones del mercado y escasea la presencia protectora del Estado. Tampoco ustedes tienen los recursos para realizar su función. Se los mira con desconfianza por superar la mera filantropía a través la organización comunitaria o reclamar por sus derechos en vez de quedarse resignados esperando a ver si cae alguna migaja de los que detentan el poder económico. Muchas veces mastican bronca e impotencia al ver las desigualdades que persisten incluso en momentos donde se acaban todas las excusas para sostener privilegios. Sin embargo, no se encierran en la queja: se arremangan y siguen trabajando por sus familias, por sus barrios, por el bien común. Esta actitud de Ustedes me ayuda, cuestiona y enseña mucho. – Pienso en las personas, sobre todo mujeres, que multiplican el pan en los comedores comunitarios cocinando con dos cebollas y un paquete de arroz un delicioso guiso para cientos de niños, pienso en los enfermos, pienso en los ancianos. Nunca aparecen en los grandes medios. Tampoco los campesinos y agricultores familiares que siguen labrando para producir alimentos sanos sin destruir la naturaleza, sin acapararlos ni especular con la necesidad del pueblo.”
9.- La esperanza está sembrada. Este no es el tiempo del egoísmo, ciertamente.