TIEMPO DE ANALIZAR LA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD.
“Aquellos que renunciarían a la libertad esencial para obtener un poco de seguridad temporal, no merecen ni la libertad ni la seguridad.”- Benjamin Franklin.
POR VICENTE ESQUEDA
El pasado domingo después del retraso por la pandemia; hubo elecciones en Coahuila e Hidalgo para renovar diputaciones y ayuntamientos respectivamente, con un resultado que, aunque no define, establece que las condiciones particulares de cada estado serán relevantes en la contienda electoral del 2021.
Sin embargo, parte de la atención de muchos mexicanos se centra en la desaparición por parte de los legisladores de MORENA, partido del presidente; de 109 fideicomisos que representaban apoyos a innumerables actividades, sin que se hubiera hecho un estudio previo de resultados; así como en las reglas fiscales que aplicarán el próximo año, y que para diversos analistas representan seguir exprimiendo a los actuales contribuyentes, dejando de lado la posibilidad de crear incentivos fiscales para ayudar a la recuperación económica del país.
Pero quizás el tema que más continúa atrayendo la atención, es el de la detención en Estados Unidos del general Cienfuegos, extitular de la SEDENA, debido a las repercusiones que representa en la estrategia de seguridad que actualmente tenemos, pero que nadie a ciencia cierta conoce.
Cuando era candidato, López Obrador criticó las estrategias de seguridad de sus antecesores y ofreció retirar al ejército de las calles, bajo el argumento de que no estaban preparados porque su función era otra; una vez que obtuvo el triunfo, dijo que su política sería de abrazos y no balazos.
Al poco tiempo, se dio cuenta que su estrategia falló y decidió crear la guardia nacional, que sería comandada por un civil; pero tampoco funcionó y optó por emitir un decreto para que el ejército hiciera labores policiales, al que un juez de distrito recientemente consideró inconstitucional.
Hace unos días, se dio a conocer que en el 2019, los fideicomisos del ejército crecieron más de 1,000%, y apenas el pasado 8 octubre se informó que la SEDENA, por instrucciones del presidente quedaría al mando de la guardia nacional, todo ello cuando las dudas sobre el papel del ejército cobran relevancia fundada, aquí y en el extranjero.
De acuerdo con datos oficiales, el 2019 fue el año más violento en la historia de México con 34,582 fallecidos por homicidio doloso, y según datos del INEGI la percepción de inseguridad aumentó de diciembre a marzo de este año quedando en 73.4%; y la última cifra negra de 2018, estima que un 93.2% de los delitos no son denunciados o no se inició carpeta de investigación por el ministerio público.
No obstante lo anterior, recién se da a conocer la posibilidad de que salga de la secretaría de seguridad pública federal Alfonso Durazo, para contender por el cargo de gobernador de Sonora, y si se considera que durante su gestión se produjeron más de 65 mil víctimas de homicidio doloso; es de considerar que su renuncia obedezca más a un cambio de titular por malos resultados, que a darle una oportunidad de contender por la gubernatura.
El presidente no debe echar culpas al pasado o a la DEA, ni pedir consultas para que se cumpla la ley; debe analizar y replantear su estrategia de seguridad, porque hasta el momento no ha acertado, y los mexicanos exigimos resultados.