Un proyecto de ciudad para los ciudadanos
POR RAMÓN MEDELLÍN AGUIRRE
A lo largo de mi carrera profesional en el sector público y en la iniciativa privada he tenido la oportunidad de poder escuchar y hablar con muchos: saber que cada uno tiene sus razones y parte de la razón.
Saber que con un poco de paciencia y mucha resolución, lo que ahora no es posible, sí lo será mañana.
Saber que entre el origen y el fin, hay mucho por hacer y hay que hacerlo bien.
Vivimos en una época de problemas, en una época de toma de decisiones, en una epoca de cambios rapidicimos y exponenciales, en una epoca de nuevas tecnologias, la del conocimiento. Y la decisión más fácil para unos es la ser pasivo, no asistir, no estar, guardar silencio. Así no hay compromisos, no se corren riesgos y se espera a que lleguen mejores tiempos.
Ahora, en esta época han sobrado motivos para no comprometerse, para no decir lo que uno piensa.
No dudo que eso sea lo más cómodo, no dudo incluso pueda ser eficaz.
Necesitamos claridad en el destino. Necesitamos compromisos y acciones acordes con esos compromisos.
En un mundo como el de ahora, en donde se toman decisiones de fondo. Lo que la gente espera es, que con naturalidad, se digan las cosas, se opine, se proponga, se actue.
Hoy nadie tiene la verdad completa, pero si tenemos la obligación de decir nuestra verdad. Hoy nadie tiene la solución completa, pero si debemos aportar, a la misma solución.
Yo siento la necesidad de contribuir, de ayudar a aclarar cómo creo que los celayenses podemos ganar-ganar y como podemos superar las dificultades.
La única forma de evitar una confrontación mayor, y de tener buenos resultados, la única forma de ganar-ganar será construyendo todos un proyecto de “ciudad para los ciudadanos”. A ello me he comprometido, y quiero seguir sumando mi experiencia, y mi trabajo.
Creo que puedo proponer lo que se necesita y al hacerlo puede suscitar dudas e inquietudes, cualquier respuesta de mi parte puede abrir otros cuestionamientos.
Yo vengo de la cultura del esfuerzo y de una familia y una tradición en donde, por una parte, se valora decir las cosas, exponer uno sus pensamientos, pero la otra, que también reviste valor, la discreción y el guardarse lo que uno ha vivido.
Pienso que la salida no es aceptar todo ni disentir siempre, sino estar de pie para ver mejor hacia delante: fijar posiciones para llegar a nuevos acuerdos, nuevos y mejores resultados y a mejores practicas políticas.
Sigo convencido de que, hablando, se entiende la gente, hoy en día lo que necesitamos es que se hablen entre sí los partidos políticos, que se hablen entre sí los grupos intermedios, se hablen entre sí el gobierno, que se hablen entre sí todos y se hable con la cara de frente.
El cuadro actual es preocupante. La verdad, si viene de los contrarios, se hace pasar por mentira. Los hechos, con frecuencia se invierten, si alguien explica su posición y da la cara, se dice de inmediato: que es protagonista y que algo quiere. En cambio si se calla, pero actúa sigilosamente para destruir a sus adversarios, hasta se le atribuyen meritos “políticos”.
Si fijas tu postura y no siempre estas de acuerdo, se te juzga con la mayor severidad. Mientras que, a quienes adulan, o engañan, en muchas ocasiones se les escucha y hasta premia.
Les propongo que todos hagamos un esfuerzo, que nos escuchemos, que tomemos en cuenta el conjunto y desde ahí, perfilar, con visión compartida, valores y sentido común el proyecto de ciudad que queremos.
Los convoco a una gran conciliación, a que en el nuevo proyecto quepamos todos, a tomar más en cuenta a quienes hoy no participan, a hablarnos de frente con el orgullo en alto.
Vamos por una ciudad para los ciudadanos.