LAS MAÑANERAS… EL AUSENTE
Por G. C. Samayoa Madrigal
Lo que se antojaba imposible, ¡sucedió!: la ausencia del presidente en las mañaneras del Salón de Tesorería en Palacio Nacional (conferencia de prensa; diálogo circular; púlpito del predicador en ciernes; aula de la historia renovada; rincón de gracejadas y ocurrencias; ring político con un solo competidor —retador de todos—; escenario del rencor, el odio, la revancha, el dispendio, el revanchismo; tribuna discriminatoria).
Temporalmente —al menos por dos semanas— el inquilino de la palaciega sede presidencial se vio obligado a apartarse de las luces publicitarias, motivado por razones de salud, según anuncio oficial, aunque hay quienes piensan que se trata tan sólo de una estrategia distractora y otros más que piensan —¿anhelan?— es el principio del anticipado fin del mandato.
El hecho es que esta ausencia se produce pocos días después de la recomendación de Helena Poniatowska de cancelar definitivamente las mañaneras, argumentando abusos y hartazgos… efectivamente cada edición del encuentro tempranero ha ido sumando insultos a la inteligencia de todos los mexicanos y agresiones severas a la opinión pública.
Con Olga Sánchez al relevo, se confirma la irrelevancia de las mañaneras en materia informativa, aunque hay que reconocer que volvió la calma… pausa a los rencores y a las denuncias —sólo enunciativas— sin mayor trascendencia.
Ojalá este tiempo de confinamiento —obligado o no por razones de salud— sirvan para la reflexión y decidir un cambio de rumbo, no sólo suprimiendo las mañaneras o hacerlas menos ofensivas, sujetándolas a simplemente informar sin mañas ni medias verdades; pero cambio también en el personal estilo de gobernar: mayor inclusión, sin discriminación, y definitivamente apegado al marco de derecho, es decir, guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, como se comprometió el 1 de diciembre de 2018.