LA 4T HACIA EL PRECIPICIO
G. C. Samayoa Madrigal
Lo que empezó como una perversa, malévola y exigente orden presidencial de obligar a los niños regresar a las clases presenciales en las aulas de los miles de planteles escolares, así «llueva, truene o relampaguee» —advirtió tajante, aparentemente inconmovible—, sirvió para medir debilidad y temores del líder moral de la mal llamada cuarta transformación.
En actitud amenazante anunció el regreso «seguro» a las escuelas, sin concesiones bajo el argumento de que son los propios niños quienes piden retornar a las escuelas y que les incomoda permanecer en casa, pues el inquilino de Palacio Nacional asegura que son víctimas de violencia familiar, dos supuestos que requerirían de un estudio social profundo y de una encuesta profesional que pudieran confirmar o desvirtuar la información de Andrés López.
Fue una decisión unilateral, una ocurrencia más de quien es descrito como «falso mesías» por prestigiada publicación extranjera. Ni un paso hacia atrás, advertía al tiempo que demandaba asumir riesgos, pasando por alto que México y el mundo se encuentran en una crisis sanitaria producto de una pandemia que aquí alcanza niveles peligrosísimos, según testimonio de especialistas.
No obstante que el inquilino de Palacio Nacional asegura que no hay riesgos, la secretaria de Educación Pública expidió una carta de «corresponsabilidad» que sólo compromete a los padres de familia y el gobierno «se lava las manos», no obstante que el jefe asegura «nosotros vamos a cuidar a nuestros niños», dijo que no los van a abandonar.
López aseguró el reacondicionamiento de los planteles, pero endosándoles esa labor a los profesores sin otorgarles los materiales suficientes y a los padres de familia corriendo con los gastos inherentes.
Ante tal perversión, abuso y desatino, hubo reacciones en diferentes sectores sociales, empezando por los padres de familia y sus organizaciones oponiéndose al mencionado «regreso seguro», por ser a todas luces inseguro.
Los propios profesores están en contra de la decisión presidencial y anticipan que no asistirán a las aulas «aunque nos amenace el presidente», sostuvo un dirigente de la Coordinadora de Trabajadores de la Educación (CNTE) y aun cuando el líder del sindicato del mismo gremio (SNTE) aceptó dócil la orden del líder moral, sus representados montaron en rebeldía.
Ante la reacción ciudadana, que cada vez cobra más fuerza, el «falso mesías» débilmente se arrepintió y cambió la actitud severa bajo el lema de nada por la fuerza, todo por la razón.
Así que tuvo que anunciar que el «regreso seguro» pierde la obligatoriedad y se convierte en opcional. Primero fue para los padres de familia y ya sumó a los profesores, «graciosamente» les concedió la libertad de decisión, lo que está dentro de sus derechos ciudadanos.
No obstante haber avalado en una mañanera el anuncio de la carta de «corresponsabilidades», en otra más reciente la desconoció, «no sabía» evadió y la adjudicó a los culpables de siempre: adversarios, conservadores y neoliberales, pero los que aún están enquistados en el aparato gubernamental, lo que alude fortuitamente a la titular de la SEP.
Es evidente que el líder moral pierde fuerza, pues ya no está teniendo credibilidad y con ello disminuye su capacidad de manipulación. Las masas cautivas se han agotado. Efectivamente —él mismo lo reconoció— está envejeciendo, se le acaban los argumentos, las argucias, el sentido del humor y la sensibilidad política, las pantallas, quedándole tan sólo las malas artes de la grilla que ya a nadie sorprende ni conmueve.
Así que, junto con el patrón, la cuarta transformación —que nadie, o pocos, saben si es proyecto, sueño, ocurrencia o caprichos del líder moral— va en franca caída, al precipicio, hacia el despeñadero.
Lo que ya no se puede dudar es que la fuerza ciudadana, en su afán y solidaridad por salvar al país, está venciendo al “falso mesías”.