SE DEBE RECONOCER… ¡HAY TERRORISMO!

SE DEBE RECONOCER… ¡HAY TERRORISMO!


G. C. Samayoa Madrigal

Estalló el regalo de cumpleaños explosivo que arrebató la vida de dos jóvenes empresarios de Salamanca, quienes se resistieron al crimen organizado y no accedieron a caer en las garras de la extorsión.

Las víctimas: Mario Alberto Hernández Cárdenas y Mauricio Salvador Romero Morales, socios del restaurante-bar Barra 1604.

Crimen despiadado. Impresionante muerte que arranca la voz ciudadana angustiada y desesperada clamando “paz, más que justicia”… El pueblo mexicano vive atemorizado, pues no encuentra respuestas ni soluciones de la autoridad ante la ola de homicidios que sufre el país.

¿Quién atiende la demanda ciudadana?

El ejército está dedicado a la construcción, el acompañamiento en el programa de vacunación anti-covid y la participación en el Plan DN III en auxilio de los damnificados de los violentos embates de la naturaleza, lluvias copiosas, tormentas, huracanes, inundaciones, temblores… ¡No hay tiempo para combatir la delincuencia!

La Guardia Nacional, de reciente creación, tiene mucho trabajo para contener la oleada de migrantes procedentes de Centroamérica y el Caribe… Ah, y rondines de presencia en alguno municipios y estados… ¿Qué les falta para perseguir y atrapar a los delincuentazos del crimen organizado?

La sociedad le ha perdido la confianza a las policías municipales y estatales, que tal parece son los principales enemigos de los ciudadanos, a los que no terminan de aporrear en “operativos” preventivos… Elementos que tienen fama —quizá no todos— de halcones y hasta sicarios de las mafias.

Las altas autoridades se limitan a la reunión diaria de las seis de la mañana para conocer los sucesos, determinar los de mayor importancia… y hasta reciben reportes de salud y de protección civil… de tales sesiones sólo se dan estadísticas una vez por semana y por más que lo intentan jugando con números y conceptos, no logran convencer a la opinión pública… Los números son desastrosos… referir una disminución del 3 por ciento en homicidios dolosos de un mes a otro, no significan nada, cuando en el total acumulado en los tres años de esta administración se han incrementado las desgracias en comparación a los dos sexenios anteriores.

Ni abrazos, ni la conmiseración presidencial detienen a los criminales… Tampoco da resultados la estrategia de “abordar el problema desde su origen” con los programas de bienestar, que se resume en regalo de dinero a lo que estos servidores públicos consideran las clases vulnerables… Un gastazo del erario que no inhibe la contratación de jóvenes y algunos mayores para narcomenudear o integrarse a las filas de los sicarios… ya cuando menos como halcones.

Diario hay ejecuciones, balaceras, cadáveres, heridos… El temor va en aumento… La confianza va de picada… La incertidumbre es mayor… El pueblo se siente abandonado, tanto que en algunas regiones optaron por armarse y formar autodefensas… Han decidido poner en riesgo sus vidas con tal de combatir y alejar a los miembros del crimen organizado.

Pero producto de la explosión en Salamanca, el gobernador guanajuatense Diego Sinhué Rodríguez le puso el cascabel al gato al definir rotundo: esto es ¡terrorismo!, palabra que atemoriza a Palacio Nacional, desde donde se prohíbe su uso.

Terrorismo, define la Real Academia Española como “Dominación por el terror; Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror; Actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos”.

Pepe Grillo en el informativo Crónica explica el temor presidencial… “hay que tener presente que congresistas y gobernantes de la Unión Americana demandan que las bandas criminales mexicanas sean consideradas grupos terroristas extranjeros, de modo que las agencias norteamericanas puedan ir por ellos y atraparlos o eliminarlos donde estén”.

A estas alturas, dado a la gravedad de la inseguridad y la violencia, el pueblo sólo pide protección y combate a la delincuencia organizada, sea por las corporaciones nacionales o extranjeras… La situación es insostenible.

La Constitución prevé este tipo de fenómenos en el artículo 29: “En los casos de invasión, perturbación grave de la paz pública, o de cualquier otro que ponga a la sociedad en grave peligro o conflicto, solamente el Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, con la aprobación del Congreso de la Unión o de la Comisión Permanente cuando aquel no estuviere reunido, podrá restringir o suspender en todo el país o en lugar determinado el ejercicio de los derechos y las garantías que fuesen obstáculo para hacer frente, rápida y fácilmente a la situación; pero deberá hacerlo por un tiempo limitado, por medio de prevenciones generales y sin que la restricción o suspensión se contraiga a determinada persona. Si la restricción o suspensión tuviese lugar hallándose el Congreso reunido, éste concederá las autorizaciones que estime necesarias para que el Ejecutivo haga frente a la situación; pero si se verificase en tiempo de receso, se convocará de inmediato al Congreso para que las acuerde”.
Por lo anterior resulta importante la participación ciudadana para que, observando los términos del artículo octavo de la Carta Magna, por escrito exigir en forma individual o sumado a las organizaciones sociales que el Ejecutivo y el Legislativo acepten el estado de terrorismo causado por las diversas bandas criminales, para que el primer mandatario cumpla los lineamientos del artículo 29 y que, incluso, de ser necesario, acepte la actuación de las agencias norteamericanas para perseguir y atrapar a estos delincuentes convertidos en temibles terroristas.

Ante las fallas gubernamentales, toma relevancia la participación ciudadana que cuenta con el respaldo de la Constitución.

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