CHARLAS en privado
EL PADRE
Animoso interlocutor: gracias por leerme.
Inicio con esta Charla, una serie de pláticas que tendremos tú y yo, en privado, que nadie lo sepa.
Vivimos el mes de junio, el mes del padre, el mes del Rey de la casa, ¡vaya que sí!
“El padre, mi amado padre quien me dio la vida, el padre educador, el padre responsable, el padre amoroso, el padre trabajador, el padre moral, honesto y honrado, el padre comprensivo, el padre ayudador, el padre respetuoso y respetado, el padre que a pesar de su muerte está presente en mil formas, el padre a quien desde estas líneas, hoy, le rindo tributo de amor, respeto y agradecimiento.”
Estas palabras las digo yo en memoria de mi padre, pero serán miles y miles quienes las estén pronunciando, cada uno a su modo: los padres merecen este recuerdo, si han fallecido, o este tributo si aún viven.
La personalidad del padre vive, siempre será vigente.
Se nos presenta al padre como padre protector en la figura de un adulto caminando con su hijo pequeño, tomado de la mano, señalando caminos, fijando rumbos, dando seguridad o bien al padre paseando en bicicleta con su hijo pequeño, al lado, también en la suya sonriente, optimista, seguro por ir con su papá, enfrentando al viento como se enfrenta al destino, con la frente en alto o bien alumbrada la pareja por una lámpara de escritorio haciendo la tarea el niño, bajo la vigilancia del padre o el niño lanzándose risueño al espacio, a las aguas profundas, con la confianza de que dos brazos fuertes, seguros, lo están esperando para rescatarlo deseoso de que la voz vigorosa del padre lo felicite por su valentía, obvio, sin faltar la foto familiar, que muestra al padre, al patriarca, en el centro del grupo, dando en todo momento seguridad y respeto.
Las autoridades civiles, educativas y religiosas, organizan formales eventos en los que se ubica la figura del padre en un pedestal o lugar de honor, respetado, reconocido, elocuente de tributo amoroso y de alta consideración y alegría.
Lamentablemente no todo es miel sobre hojuelas, conocemos casos tristes. Padres en la cárcel, padres en la calle, padres viudos y sin familia, ¡¡lo peor!! padres olvidados por sus hijos, por muchas y muchas razones, justificadas o no, que han quebrantado sus relaciones. ¿Falta de amor, comprensión, actitud positiva o exceso de egoísmo, irresponsabilidad, de parte de quién? ¡De quien sea, es triste!
Este es el padre, al que en esta ocasión hoy le rindo tributo, al padre que en cualquiera de sus formas merece respeto y admiración por el hecho sólo y puro de ser padre.
Paralelo a la solemnidad de los tributos comunitarios, el padre recibe individualmente el amor y el cariño de los suyos en eventos, que no por ser más ligeros y llenos de anécdotas, son menos emotivos.
La idiosincrasia del mexicano nos pone ejemplos que no podemos ignorar, en ocasiones divertidos o en ocasiones deprimentes, de cómo festejamos, algunos, nuestro día. Veamos…me dirán si no es cierto…
El padre que desde hace semanas se viene preparando con bebidas espirituosas, botanitas para el gusto, papas fritas y torciditos, sal de uvas para el repón, con la idea de recibir bien a los hijos que lo visiten, todo escondido para dar la sorpresa y que a la mera hora, por no decir nada a nadie, su familia le tiene preparada una taquiza, también como sorpresa, con todo incluido sin faltar los alka-seltzer. No todo está mal, los productos escondidos no son perecederos.
Viene el contra: el padre que sueña con el festejo de su día, no se prepara, se confía y cuando el día llega, a la familia se le ha pasado la fecha. El meritito día, por las algarabías de la tele, por los petardos tronados por el vecino escandaloso, por la llamada de un hijo que está en el extranjero, el núcleo familiar se percata de su gran falla… se mueve con celeridad: p´os ya de a pierdis que sean carnitas o pizas o tortas Toña, a ver a quien se le ocurre comprarse un tequilita aunque sea de a cuarto, “cantémosle las mañanitas a papá” dice la domadora de la casa y el coro integrado por unos cuantos hijos y la sirvienta entonan el canto.
Hay padres que les gusta festejar en bola, esto es, con otras familias además de la suya. Se ponen de acuerdo los compadres, invitan a otros matrimonios amigos, se hace la chorcha, se definen comisiones, se actúa con responsabilidad, manjares y bebidas están al punto. El lugar sede de la fiesta se empieza a rebosar de gente. Los niños gritan, se pelean, se bañan en albercas de hule, los jóvenes en su onda cibernética, las mamás cotorrean los sucesos ajenas a lo que pasa a su alrededor, los papás, bonachones y pica ombligos, se dan abrazos entre sí porque al parecer nadie les hace caso pero para esa ofensa hay un remedio, es domingo: el América juega contra Chivas y ¡todos los caballeros a la tele!. De vez en vez una porra desabrida recuerda el motivo de la reunión. Los hijos y los jóvenes en lo suyo, las mamás en lo de ellas y los papás, ignorados y solitarios, pero juntos, festejándose… tienen muchos litros por recorrer.
Nunca falla: el padre que comienza a festejarse con otros padres el día anterior a la fecha y se pierden tres días, ellos solos. ¡El colmo, pero los hay!
Querido amigo: ignorando la forma de festejo, aunados en todos los aspectos de la vida del padre, te propongo que en una oración recordemos a todos los papás del mundo, la vida los hizo padres y como tal merecen un reconocimiento, que nos olvidemos de los calificativos y nos unamos todos en un solo sector: padres, reyes del hogar.
Felicidades, padres del mundo.