DE DON LUIS (ALFONSO) USABIAGA REYNOSO.
A sus hijos;
a sus hermanos, primos y familia
y a los innumerables amigos de Luis.
JOSE CARLOS GUERRA AGUILERA.
NOTA IMPORTANTE: ESTE ARTÍCULO FUE PUBLICADO EN EL PERIÓDICO EL SOL DEL BAJÍO DE CELAYA, GUANAJUATO Y EN EL PERIÓDICO CORREO DE GUANAJUATO, GTO. EL 6 DE MAYO DE 2010, EL 8 DE MAYO EN EL PERIÓDICO A M DE CELAYA, GTO. A 10 AÑOS DE LA MUERTE DE LUIS, LO REPRODUZCO EMOCIONADO:
1.- El Enero de este año en un periódico, se publicó una colaboración mía denominada “DE UNOS TIPS PARA DEGUSTAR LA MUSICA CLASICA, EN INTERNET”. La dediqué a cuatro personas muertas y a mi amigo Luis Usabiaga, entre otros, vivos. Hoy me doy cuenta de que, por así escribirlo, me he quedado solo de un pequeño grupo de amigos que nos gustaba la música clásica y que era ese, en mucho, el imán de nuestra amistad. Murió Guillermo Aguinaga el juez pianista; muere Francisco Tercero el ingeniero melómano; muere Oscar Criollos el tenor pediatra; muere Juan Manuel González Noyola el abogado pionero en fiscal, culto; y muere Luis el abogado cultísimo, sabio, gigante. Todos ellos degustadores de la música llamada clásica.
2.- Ellos también impulsores de la cultura musical en la ciudad. Es importante que se sepa. Ellos muy conocedores. Cómo no recordar los viajes a Guanajuato cuando el Festival Cervantino era de lujo y conocer a Leonard Bernstein, a Mstislav Rostropovich, a Svialotav Richter. Cómo no recordar las veces en que estuvieron y estuvimos en los templos cuando no había Auditorios, escuchando a la Filarmónica de la UNAM con el gigante fallecido Eduardo Mata; encontrándonos con el chelista de excepción Carlos Prieto; saludando a Rodríguez Frausto con la Sinfónica de la Universidad de Guanajuato.
3.- Fallece Luis Usabiaga Reynoso, verdadero gambusino de discos, de libros. Hombre esponja que leía y leía y casi devoraba libros. Hombre conocedor de la tauromaquia, de la astronomía, de la religión. Abogado enjundioso, de una memoria privilegiada. Tuvo amigos Ministros, investigadores, jueces, alumnos. Hizo amigos, supo hacerlos. En torno a él la admiración era una constante. Sus escritos eran cuidadosos, sabía cuándo subrayar una frase o una palabra, sabía el efecto de un texto bien cuidado.
4.- No lo vi cuando su cuerpo se quejaba. Solo dejé una encomienda a María del Mar, que le dijera que lo quería. Y no era el único en ese sentimiento. Como no agradecer su apertura de despacho y conocimientos cuando inicié el litigio y fui considerado uno de sus discípulos y haber sido calificado como su amigo. Descansa ahora sí, en paz.
5.- Regreso de su misa de funeral y adiciono: una Misa con el Réquiem de Mozart, en cierto modo qué envidia y por otro lado que bálsamo. Me hubiere gustado más el Réquiem de Faure. Ahora, marcado, el de Mozart se me sonara más doloroso.