DE REBELDE A CARICATURA
G. C. Samayoa Madrigal
La cuarta transformación política es irreal, sólo apariencia, inexistente, mera retórica, eslogan electorero. Esta supuesta y mal llamada 4t únicamente exhibe descaradamente la continuidad de la mafia del poder, la cadena de complicidades, el deterioro de la clase gobernante, la decadencia de los partidos, la corrupción, el encubrimiento y la impunidad. No transforma, pues es más y peor de lo mismo.
La cuarta transformación real es la de Andrés López, que empezó como un disidente férreo, violento, irreverente, pendenciero. Luego creó “su” movimiento (Regeneración Nacional) y se constituyó en líder moral, para alcanzar el poder presidencial y autoerigirse en falso Mesías. Una vez instalado en Palacio Nacional, sus grandes ambiciones, caprichos, odios, revanchas, ataques al pueblo mismo, lo evidenciaron como un pretenso dictador. Y cumple la cuarta etapa exactamente como una caricatura presidencial, recurriendo a la ridiculez en la inútil intención de ocultar su fracaso gubernamental.
Efectivamente, esta administración a la mitad de su período constitucional ya fracasó y sólo hay un culpable: Andrés Manuel López Obrador, quien por sus torpezas, ignorancias y fanatismos se ha dedicado a destruir al país. México vive uno de sus peores momentos históricos. No puede culpar a nadie, pues los lacayos que le rodean se sujetan solamente a cumplir las órdenes presidenciales, aunque al hacerlo se estén violando constitución, leyes, reglamentos, normas y cualquier regulación.
López ha destruido instituciones y de la misma manera ha pulverizado el estado de derecho. Su promesa de nada por encima o al margen de la ley quedó en sólo buenas intenciones de campaña.
El ciudadano común, el pueblo resiente los efectos de los fracasos obradorescos en la disminución de poder adquisitivo de sus ingresos familiares, las penalidades que enfrenta por el encarecimiento de productos y servicios, especialmente los de la canasta básica. Los precios están por las nubes. ¿Culpable? Andrés López que se niega a poner solución a la crisis económica que envuelve al país desde que comenzó esta administración y se agudizó con la pandemia.
También se refleja en la incertidumbre que domina a la población nacional, el temor de ser víctima de la delincuencia… ser asaltados, secuestrados, extorsionados, heridos o asesinados… la sociedad se siente abandonada, ante la evidencia de que las autoridades no solucionan este fenómeno, incumpliendo los mandatos constitucionales y legales de proteger a la sociedad… ¿Culpable? Andrés López, autor y responsable único —dicho por él mismo— de la “estrategia de seguridad”, abierta a los brazos y cerrada a los balazos, determinación oficial que sólo empodera a la delincuencia organizada. ¡Los capos se adueñan de México, a complacencia del presidente del país! —pago de facturas, se malicia.
Tan grave como las anteriores, y aún más delicada, la pésima atención a la salud de los mexicanos… ¿Culpable? Andrés López, quien con el argumento de combatir la corrupción, canceló de tajo la compra de medicinas y ha tardado tanto en el análisis y aprobación de proveedores, que se consumó el criminal desabasto de éstas, para pesar de médicos y pacientes pues obstaculiza e impide la continuidad de los tratamientos para la cura de enfermedades. Se suman las muertes y el coraje de la sociedad entera… López, además, restó infraestructura al sector salud al cancelar el Seguro Popular y crear un inútil Insabi… Y hay que sumar su desacertada “estrategia” frente al Covid, contando con la complicidad lacayuna del omiso secretario Jorge Alcocer y del desafortunado subsecretario López Gatell.
El fracaso del obradorato es mayor, es integral… nada le ha salido bien y todo por desempeñarse al margen y por encima de la ley, dejándose llevar por sus caprichos, respondiendo con ocurrencias —torpes, necias, arrebatadas, sinsentido—, pretendiendo adoptar o igualar hazañas de héroes de la patria pero en una equivocada interpretación de la historia nacional…
Esto es resultado de la soberbia y prepotencia que caracterizan a López, creyente de “su” verdad universal, cerrado al diálogo, a los consejos, a las orientaciones de los que sí saben, de los especialistas, de los expertos. El único que sabe es él, punto.
Pero ante la triste realidad del fracaso, como vil pendenciero callejero se dedica todos los días a utilizar el ataque como defensa, entre más ridículo “mejor”, pues quiere generar la crítica y el debate popular, para levantar sendas cortinas de humo que no permitan al pueblo constatar lo que sus deficiencias y desaciertos han afectado a México que va rumbo al precipicio.
Ha preferido ser la caricatura central de los memes en las redes sociales, seguramente aspirando a la distracción popular por las pocas obras y sus pésimas calidades, así como la corrupción e impunidad imperante como la que hoy atrae la atención de todos, el extraño enriquecimiento del hijo José Ramón. Es de tal tamaño su furia y al mismo tiempo el miedo, que está dispuesto hasta pelear con el extranjero —España, Estados Unidos, Panamá, por ejemplo—, poniendo en entredicho la política diplomática de México.
Esto ya no tiene remedio. La solución está el 10 de abril en el proceso de revocación y es responsabilidad de los ciudadanos del pueblo, tomar la decisión definitiva de enviar a su finca de Palenque al tal López… incluso a él le convendría, para que llegue un sustituto que “pague” los platos que ya rompió.
Así, de ese tamaño, la importancia de la Revocación de Mandato.
México necesita un presidente y no una caricatura presidencial.