DEL MIEDO NUESTRO DE CADA DIA

DEL MIEDO NUESTRO DE CADA DIA

El miedo es mi compañero más fiel,
jamás me ha engañado para irse con otro.
Woody Allen.

De lo que tengo miedo es de tu miedo.
William Shakespeare.

«Vamos a salir bien del COVID-19;
no nos han rebasado las circunstancias» (sic)
Andrés Manuel.



A LOS MÉDICOS, CAMILLEROS, ENFERMERAS, PERSONAL

DE SALUD QUE ESTÁN AGOTADOS, SIN RESPALDO OFICIAL,

ANTE LA ABULIA Y DESORGANIZACIÓN GUBERNAMENTAL.


JOSE CARLOS GUERRA AGUILERA.

1.- Se define al miedo como la sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario, según (san) Google. Y esa sensación parece ser nuestra compañera desde casi un año, en que emergió una extraña enfermedad que no discrimina.
2.- He dicho que hemos aprendido en este (largo) y de alguna manera corto tiempo a pesar en la posibilidad de la muerte, y aquello de que las calaveras me pelan los dientes; como aquello de que el que por su gusto muere hasta la muerte le sabe, me suena ayer y hoy diferente. El virus ha trastocado mucho nuestras vidas, la normalidad no aparecerá, pues ahora entendemos más nuestra fragilidad y hasta el tiempo en otra dimensión.
3.- Pero el miedo a morir nos tiene asediados. Llueven oraciones, bendiciones, consejos, recomendaciones, muchísimas de la mejor buena fe, de nuestros hermanos todos. Pero, el circulo de los que mueren es ahora de gente más cercana, ya tenemos familiares, con una nueva conducta, con encerramiento, con mayores cuidados. Y, como no creemos mucho en el Gobierno insensible, pues nos refugiamos en otros nichos.
4.- Asombra la insensibilidad y la poca pericia del gobierno, o desgobierno, que, ante el alud de peticiones de vacunas, crea lugares pequeños que se saturan. No sorprende la ineficiencia de la Procuraduría de (dizque) protección al consumidor, cuando en vez de decir quien es quien, en los precios de la gasolina, no protege a los sufridos compradores del oxígeno. No nos extraña que haya delincuentes cibernéticos que medran con la venta falta del oxígeno, sin que se les detecte y persiga.
5.- No nos extrañamos de ver a un habitante del palacio nacional, camuflado, torpe, lento, con un abrigo que esconde lo que necesita; no se esconde la mano con agujas de suero o de medicina. Ni nos parece extraño que ese señor diga con una sonrisita que vamos a salir bien y que no nos han rebasado las circunstancias, y que han podido atender a todos, no sabemos a qué país se refiere porque estamos calificados como los peores en el mundo en la pandemia nuestra de cada día. Esas mentiras (sabrosas) de un enfermo leve, son las que nos dan miedo.

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