JUBILEO DIOCESANO, LLAMADO A REVITALIZAR LA FE EN CRISTO RESUCITADO

JUBILEO DIOCESANO, LLAMADO A REVITALIZAR LA FE EN CRISTO RESUCITADO

*Presidió el Cardenal Suárez Inda apertura del Año Jubilar
*Tiene diócesis 1.6 millones de católicos en 11 municipios
*Celebración simultánea en Terreros y Cañada de Caracheo
*Santuarios dedicados a los mártires de la Guerra Cristera
*Datos sobre la historia de la Diócesis de Celaya


POR AGP

Celaya, Gto. (18 de abril de 2023).- El prestigio de la iglesia no está en las cualidades humanas o en la ciencia de sus miembros, sino en el ejemplo de unidad y servicio, de atención a los pobres, en la misericordia y en el perdón fraterno, acciones que se deben reactivar en este jubileo diocesano, para lanzarse al futuro con audacia y valentía, con creatividad y entusiasmo. Para ser verdaderos cristianos no basta con estar bautizados y saber el catecismo, sino vivir el encuentro con Cristo Resucitado, que le da un nuevo horizonte a la vida.

En estos términos se expresó el Cardenal Alberto Suárez Inda, arzobispo emérito de Morelia, quien presidió la apertura del Año Jubilar de la Diócesis de Celaya, en el 49 Aniversario de creación como diócesis, que culminará con la celebración de su 50 Aniversario, el 18 de abril de 2024.

Simultáneamente, el Año Jubilar se proclamó también en el santuario dedicado al Beato Fray Elías del Socorro Nieves, en Cañada de Caracheo, municipio de Cortazar, y en el santuario de San Martín de Tours, en San Martín de Terreros, municipio de Dolores Hidalgo, ceremonias que fueron presididas por Monseñor Benjamín Castillo Plascencia, obispo emérito de Celaya, y por Monseñor Alonso Calzada Guerrero, obispo de Tehuacán y oriundo de San Luis de la Paz, respectivamente.

En las tres ceremonias se recordó emisión de la Bula “Scribae illi evangelio”, del 30 de octubre de 1973, del Papa Paulo VI, la cual se dio a conocer en Celaya el 8 de diciembre de ese mismo año, y se ejecutó el 18 de abril de 1974 por el Delegado Apostólico en México Mario Pío Gaspari, quien dio posesión al primer obispo Don Victorino Álvarez Tena, quien -a su deceso- le sucedieron Don Jesús Humberto Velázquez Garay y Don Lázaro Pérez Jiménez, también fallecidos y sepultados en la Catedral de Celaya; en la línea de sucesión está el cuarto obispo, Don Benjamín Castillo Plascencia, hoy emérito de Celaya, y Don Víctor Alejandro Aguilar Ledesma, actualmente en funciones, quien mismo que acompañó al Cardenal en la celebración eucarística en la catedral, donde estuvieron presentes sacerdotes y fieles de las parroquias de la región.
En su homilía, Suárez Inda recordó que fue bautizado, confirmado y ordenado sacerdote en este templo, que hoy es catedral y donde se realizó la ceremonia de apertura de la Puerta Santa, de este Jubileo, del 18 de abril de 2023 al 18 de abril de 2024, de acuerdo al decreto del Papa Francisco, de febrero pasado, en el que autoriza la indulgencia plenaria, que se podrá ganar cumpliendo con requisitos establecidos: confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Sumo Pontífice.

También citó que la diócesis de Celaya tiene actualmente 1’680,000 (un millón seiscientos ochenta) católicos, en 11 municipios del estado de Guanajuato. Aunque cuestionó: ¿cuántos de ellos viven realmente su fe?

De acuerdo al Anuario de 2020, con datos de 2019, la diócesis de Celaya tenía 79 parroquias y 188 sacerdotes diocesanos y 46 religiosos. Su población total era de 1’742,650 (un millón setecientos cuarenta y dos mil seiscientos cincuenta) personas, de las cuales el 88.8% son católicos.


SOBRE LA HISTORIA DE LA DIÓCESIS DE CELAYA

Don Rafael Zamarroni, en su libro: “Celaya”, tres siglos de su historia escrita con fundamento en documentos auténticos”, cita que el “Ilustre Cabildo a nombre de la Ciudad elevó su petición al Rey Carlos IV, en 1803, “para el establecimiento del nuevo obispado que se pensaba crear en la región”. El documento obra en el Archivo General de la Nación, Ramo de Clero Regular y Secular, Volumen 189, Expediente 8, a fojas 291 a 296. -Posiblemente la primera solicitud formal para crear esta diócesis-.
Monseñor Luis Muñoz Ledo Cabrera, en su recopilación “Apuntes para la historia de la historia de la Diócesis de Celaya”, cita que la Parroquia de Celaya, hoy Iglesia Catedral, se erigió canónicamente en 1580, ocupándose de ella los religiosos franciscanos hasta 1767, fecha en que se entregó al clero secular.
También enumera la llegada de órdenes religiosas: “los carmelitas llegaron a Celaya en 1547, los agustinos en 1609, los juaninos en 1623, los mercedarios en 1742 y los padres del Oratorio de San Felipe Neri (…) en el año de 1753”.
Destaca la acción y presencia de los padres jesuitas, que se remonta a 1590 con el padre Gonzalo de Tapia, pacificador y evangelizador de las tribus chichimecas, que habitaban lo que hoy es San Luis de la Paz. Hasta 1719 llegan a Celaya, donde se destacan en la enseñanza.
Entre 1760 y 1766, Celaya tenía en servicio activo 46 franciscanos, para atender el Colegio de la Purísima Concepción, la parroquia y la Escuela para niños. De ellos, seis religiosos predicaban en español y en otomí. La parroquia tenía siete asistencias o Vicarías: San Juan de la Vega, Neutla, San Miguel (Octopan), Santa Cruz (Juventino Rosas), San José de Amoles (Cortázar), San Bartolomé del Rincón (Tamayo) y San Antonio de la Huerta (actual parroquia de San Antonio de Celaya).”

Los santuarios, donde también se efectuó la apertura del Año Jubilar y se puede ganar la indulgencia plenaria, están dedicados a los Beatos J. Trinidad Rangel Montaño y Fray Elías del Socorro Nieves, mártires de la Guerra Cristera, de 1926 a 1929, época en que fue perseguida la fe cristiana.
El Beato J. Trinidad Rangel Montaño, nació en la comunidad del Durazno (Dolores Hidalgo) y fue ordenado sacerdote diocesano en 1919. Murió torturado el 25 de abril de 1927 y fue beatificado el 20 de noviembre del 2005, junto a otros 13 mártires de la Guerra Cristera.

El Beato Fray Elías del Socorro Nieves Castillo, de la orden de San Agustín, quien fue vicario fijo de Cañada de Caracheo, murió martirizado, junto con los hermanos Sierra, el 10 de marzo de 1928. Casi 70 años después, el 12 de octubre de 1997, fue beatificado por Juan Pablo II.

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