LA PATRIA NO ES ESPECTÁCULO

LA PATRIA NO ES ESPECTÁCULO

Por Velia María Áurea Hontoria Álvarez

Hay palabras que, por su peso histórico, no admiten frivolidad: Institución. Estado. Gobierno. Durante décadas significaron orden, protección, responsabilidad. Hoy, sin embargo, parecen parte de un escenario improvisado, donde algunos confunden servicio público con protagonismo y autoridad con gesto. México ha cruzado un umbral decisivo y peligroso, la corrupción dejó de ser excepción para convertirse en método; la ligereza dejó de ser descuido para volverse estilo. Y conviene decirlo claro, no se trata de colores ni de ideologías. Se trata de la evidencia, cada día es más visible, de que el poder ha perdido seriedad. La investidura pública se usa como disfraz, no como compromiso. Se declama, no se gobierna. La vida de millones queda subordinada a una puesta en escena donde lo importante no es resolver, sino sostener el guión. La simulación se volvió norma; la burla al ciudadano, hábito. Se pretende gobernar con narrativa, con espectáculo, con efectos de superficie. Pero hay cosas, situaciones que no admiten teatro. La violencia no se edita. La muerte no se maquilla. La orfandad no se cura con becas, ni versitos de “yonofuí” El miedo no se apacigua con sonrisas ni con enojos calculados. Los asesinatos de líderes comunitarios, alcaldes, empresarios, estudiantes y defensores sociales ya no son episodios aislados. Son la gota constante de un vaso desbordado desde hace años, hoy agravado por la improvisación y la displicencia. La ingobernabilidad se percibe y se vive en la piel en esos trayectos que evitamos, en las carreteras tomadas, en las conversaciones que se callan, en las llamadas que no se toman, en los silencios que huelen a hiel.
No es posible hablar de paz cuando se han borrado las garantías. Pues sin instituciones sólidas no hay justicia. Sin Estado de Derecho no hay país. Los datos se muestran, sin retórica ni exageración: En México, más de 171,000 personas han sido asesinadas en los últimos seis años. El 94% de los delitos no se denuncian o no se investigan (INEGI, ENVIPE). La impunidad en homicidio supera el 89% (Impunidad Cero, 2024). Y 76% de la población cree que el gobierno manipula la información sobre seguridad (México Evalúa, 2024).
Esto no es dato estadístico, es desprotección. Es abandonar al ciudadano por parte del Estado que debería resguardarlo. Por eso, hoy muchos somos Uruapan, no por buscar alguna mención. Hannah Arendt lo expresó con precisión:
“El poder se mantiene vivo mientras la palabra y el acto no estén separados.”
Sin embargo la palabra va por un lado y los hechos por otro. Y ahí, justo ahí, se abre la grieta que amenaza con tragarnos a todos. Reconstruir México no será resultado de una consigna ni de un aplauso.
La reconstrucción exige seriedad. Y la seriedad consiste en mirar de frente lo que duele, no en disimularlo. Más levantar la voz no es gritar, ni insultar.
Es recordar lo que somos, con la honradez del mexicano bien nacido y decirles -con hechos, acciones concretas- que No nacimos para la obediencia ciega. La ciudadanía no se mendiga: se ejerce. Un país no se sostiene en aplausos, sino en justicia. Por eso No aceptaremos la cacería política disfrazada de orden.
No aceptaremos que la inseguridad sea narrada como destino inevitable. Porque la patria no es espectáculo. La patria es lo que aún nos duele proteger y, desde el trabajo cotidiano seguiremos defendiéndola; por eso continuaré, firme en la oposición ética a la mentira, la simulación y al abandono institucional. Octavio Paz lo dijo sin titubeo: “Sin justicia no hay libertad; sin libertad no hay orden; sin orden no hay Estado.”

CATEGORIES
Share This

COMMENTS

Wordpress (0)
Disqus ( )