//Mensaje especial//: LOS NIÑOS
Pbro. Carlos Sandoval Rangel
La celebración del día del niño nos da pie para tomar conciencia del valor que implica cada niño y de la responsabilidad que tenemos con ellos. Por encima de todo, es fundamental que les amemos y los enseñemos a amar, pues el amor es el modo más humano y digno de introducirlos en el arte de vivir. El amor, especialmente, en el seno familiar crea en el niño un sentido de pertenencia y genera en él el contenido más valioso para su vida, evitando, así, que crezcan con vacíos existenciales que luego complican la vida. El niño que es educado en el amor sabrá amar su vida, a las personas, su entorno y, un día, las tareas que la vida le presente.
Por tradición, es común que en este día se tengan diversos festejos hacia los niños, sea en la familia, en las escuelas, en las iglesias y en otras instituciones. Pero igual, es oportuno que pensemos en los enormes retos que, como sociedad, tenemos que enfrentar debido a las condiciones de niños en situaciones especiales. Hoy más de la mitad de los niños en Ucrania ya no pueden vivir en sus hogares debido a la guerra; durante la pandemia más de dos millones de niños en México se quedaron sin escuela y aún no pueden regularizarse; más de 100 mil niños viven en condición de calle en nuestro país; entre los 28 millones de mexicanos que pasan hambre, muchos son niños y algunos con una desnutrición tan grave que les impide, incluso, caminar; pensemos, también en los miles de niños migrantes o que sus padres son migrantes, y, así, podemos señalar muchos otros factores vulnerables que no podemos pasar inadvertidos.
Por lo anterior, qué bueno que festejemos el día del niño, y es motivo para dar gracias a Dios por todos los niños que viven con condiciones físicas, emocionales, educativos y espirituales adecuadas; pero, igual, es ocasión para ver más allá de nuestro entorno, de modo que podemos voltear hacia muchos que no tienen las mismas oportunidades. Muchos, de modo personal o haciendo equipo a través de alguna institución u organización, tenemos la posibilidad de ayudar para que, al menos, a algún niño la vida le sea diferente.
Desde luego, cada vez se vuelve más recurrente que, por ser día del niño, algunos grupos o familias salgan a comunidades marginadas o se acerquen a casas hogar para llevar un motivo de alegría a los niños. Eso se aplaude, porque es bueno. Pero ojalá la cercanía a algunas de estas realidades especiales no sea sólo ocasional. Muchos podemos compartir nuestro tiempo, nuestras capacidades y también algo de nuestros bienes.
Que los niños nos sigan dando motivos para vivir y para crecer. Y no olvidemos: una sociedad que no valora y cuida a sus niños es una sociedad pobre y sin futuro.