
Prospectiva: La casa del silencio… ¿es el fin o el principio?
J. Gerardo Mosqueda M.
No me refiero a la obra de Orhan Pamuk, que se refiere a los últimos cien años del pueblo turco. Por cierto, no solo da lecciones histórico-literarias y de profundos antecedentes de la literatura turca; en una familia, como en un país, puede haber un gran bullicio y mucho ruido, pero llega el contraste del silencio que parece invitar al espacio de reflexión que cambia el sentido de las historias y la expectativa de nuevos espacios…
Sería oportuno que los protagonistas de la política de nuestro país se dieran el espacio de silencio que la circunstancia les ofrece. Los políticos del oficialismo han llegado al extremo que agota la posibilidad de seguir con el mismo discurso. Desde luego que nada tiene que ver con la novela, pero sí con la realidad que vive el país.
La sugerencia de esta introducción viene de la puerta de la casa “que compró” el senador Noroña (él dice que la compró con un crédito hipotecario). La finca de Tepoztlán curiosamente se llama La Casa del Silencio. En realidad, desconozco si el nombre fue tomado del título de la novela. En todo caso, no me refiero a la cultura del millonario poseedor de la casa. Ha demostrado hasta el colmo su ignorancia, acompañada de una muy bien ensayada capacidad de mentir, de fingir, de aparentar.
El hecho es que así se llama la casa, que no es de Noroña (dice que la está pagando con un crédito hipotecario). De ser así, debería estar pagando el equivalente a sus percepciones como senador. Pero resulta que la propiedad comunal no eS sujeto de crédito hipotecario… Entonces, ¿de quién es la casa?
También declaró que la ha rentado durante cuatro años, pero que ahora sí la ocupa porque la está pagando… ¡Más mentiras!
¡Lo que sí podemos creer! Que la casa existe, que está en una zona natural protegida; es decir, fue construida sin autorizaciones, sin permisos de uso de suelo y, por lo tanto, tampoco paga impuesto predial ante el municipio. Es parte de un conjunto de residencias para descanso de ricos (dice que la compró en 12 millones de pesos); es decir, solo un 2 % de los mexicanos tiene capacidad de comprar una casa de descanso de ese precio.
Lo que no se puede cuestionar es que la casa cuenta con el acompañamiento de una imagen en cantera de la Virgen de Guadalupe… quizá para que le cuide su “casita de descanso” al “autoproclamado ateo y mártir de los medios de comunicación”. Perdón la ironía, estimado lector, pero resulta que cuando los periodistas investigan y encuentran las verdades acerca de los políticos del oficialismo, ya sea que provengan del viejo PRI, de la vieja izquierda o que sean simplemente corruptos que se desgastan mintiendo a sus seguidores, los que están mal son los periodistas por ocuparse de investigar a toda esta camada de corruptos que han logrado ser la nueva élite de nuestro país, saqueando los recursos provenientes de los impuestos de los mexicanos con el cuento de combatir la corrupción de otros… para ser los primeros corruptos del país.
Lo que ha sucedido con Noroña es presagio de rupturas y crisis de una pandilla en el poder que ya no encuentra los argumentos para defenderse entre ellos, empezando por la presidente o pasando por encima de ella. Da igual si se apellidan López, Noroña, Alcalde, Bartlett, Durazo o los nombres que se van agregando después de que el Mayo Zambada se declaró culpable ante la fiscalía de los Estados Unidos. Ya podemos esperar cualquier nombre de las tribus que manejan la agenda política del país y de sus socios, con los que comparten las oportunidades de negocios que les da estar manejando los recursos del erario.
Entonces, lo de Noroña parece ser más importante de lo que aparenta y de alto riesgo para sus protectores, porque está precipitando los procesos de descomposición del grupo en el poder, cuando presumían tener los controles del país a partir de las mayorías espurias en las cámaras y en los poderes ejecutivos del país.
Esta descomposición está poniendo en evidencia que nos gobierna una élite que se entiende muy bien en el lenguaje de la corrupción y sus vínculos con ese mundo que les ha resultado de gran atractivo.
El señor Noroña seguirá en el Senado de la República, ya no como presidente, y dejará el precedente del desgaste del grupo en el poder, derivado de la prepotencia, la soberbia y la incompetencia para gobernar. Estará en el cálculo político proponer el desafuero del presidente del PRI, Alejandro Moreno, y de paso de otros miembros de la oposición… cómo no tenga la ocurrencia de obligarlos a que le pidan perdón en el pleno de la cámara (puede ser que siga sin entender).
Las habilidades de provocador del señor Noroña parecen haber llegado a su término; ya nadie le creerá que habla en serio (aunque lo hiciera). Le duraron algunos años y lucró con ello; hasta dice que recibe donaciones de sus fanáticos seguidores. Por cierto, también ese tema está siendo investigado por periodistas, y las primeras conclusiones aclaran que ni tiene los seguidores que dice, ni percibe los recursos que afirma.
Tal vez le ocupe mucho tiempo salir del desprestigio, a donde ha arrastrado a muchos de su pandilla. La agenda legislativa tendrá que seguir su cauce.
Hasta la próxima en Prospectiva.
J. Gerardo Mosqueda M.