Un soldado en cada hijo te dio

Un soldado en cada hijo te dio

Por Velia María Áurea Hontoria Álvarez

Hace cincuenta años, en las escuelas, las clases de civismo eran pieza clave en la formación. Aprender el Himno Nacional, conocer su historia y comprender la responsabilidad que implicaba portar la bandera nos hacía anhelar formar parte de la escolta o ser la abanderada. Recuerdo con emoción el día que llevé mi bandera y esos lunes en que abríamos la garganta y el alma para cantar con orgullo y sinceridad nuestro Himno Nacional. Esa experiencia me marcó; me recuerda el compromiso que, como ciudadana, sigo viviendo.
Hace unos días leí la noticia de un hombre —quizá de mi edad— que, cansado de mirar la ineficacia de nuestros gobiernos, registró las ruinas cotidianas de México: carreteras destruidas, calles a oscuras, basura amontonada y avenidas convertidas en refugio de delincuentes. Su valentía le costó la vida. Lo silenciaron a balazos, pero su verdad sigue gritando; por él mi himno suena hoy más fuerte.
Que la voz y la denuncia de don Nico sigan vivas en cada ciudadano indignado.
«Antes, patria, que inermes tus hijos
bajo el yugo su cuello doblegue…»
Pues sí, esos que se presumieron distintos son hoy los primeros en repetir, con cinismo, lo que antes condenaban, y en su descaro se burlan de quienes los señalan.
«Solo encuentre el acero en sus manos
quien tu nombre sagrado insultó»
Porque la justicia —aunque tarde— siempre llega. La vida justa no queda impune. Sepan todos aquellos que defienden a tiranos y abusivos llevan ya inscrito su castigo.
Hoy el periodismo serio y la denuncia ciudadana en redes no son opción: son deber. Cada mexicano que ama su tierra debe hacer del himno una forma de vida. El grito de guerra no lo da el gobierno, ni los tanques, ni la guardia que finge cuidarnos; el grito emana desde la conciencia. La lucha nos corresponde a los ciudadanos, y perseverar en ella es el único camino para alcanzar la paz que anhelamos. Hoy más que nunca: ¡Retiemble en sus centros la tierra!
Porque la dignidad mexicana aún vive, aún late, aún se alza.
¡Guerra, guerra sin tregua al que intente
de la patria manchar los blasones!
Nuestra bandera ya no se ondea, se levanta desde la dignidad de la denuncia honesta, amparada solo por la conciencia, porque las instituciones han claudicado, las han desaparecido y se han acomodado en la impunidad. Sepan los corruptos y abusivos que las propiedades mal habidas pesan. «Retiemble en sus centros la tierra» y que tiemblen los corruptos.
Un soldado en cada hijo te dio, es hoy lema y compromiso. Ser soldado no es portar un fusil es sostener la palabra, honrar la memoria y defender la dignidad. Si cada ciudadano decide levantarse —no con rabia, sino con verdad— entonces sí, retumbará la tierra. La patria no morirá mientras alcemos la voz.
**Desde lo más profundo de mi corazón abrazo a la familia Espinosa, y muy en especial a mi entrañable Mónica; así como a todos los amigos de mi inolvidable Jaimito: este artículo va para ti, engalana como tú sabes el cielo.

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