NO GOBIERNA… EJERCE EL PODER

NO GOBIERNA… EJERCE EL PODER


Por G. C. Samayoa Madrigal

Andrés López se ha empeñado los últimos días en demostrar que le urgía llegar a la presidencia del país no con el propósito de gobernar, sino aprovechar todo el poder que otorga la investidura. Llegó a la primera magistratura no para guardar y hacer guardar, sino para ocultar y omitir la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y leyes que de ella emanen.

Dura realidad, pero peor golpe para más de 30 millones de mexicanos desesperanzados que agotaron el recurso del voto en lo que creyeron la última pero segura oportunidad del cambio que demandaban con toda urgencia. Creyeron en la promesa de un país diferente y no sucedió, continúan en el mismo pero en desastrosas condiciones: violencia, inseguridad, desempleo, coronavirus, pobreza, desempleo, encarecimiento, corrupción, impunidad, desigualdad.

Aquel México maravilloso que describía el falso mesías sólo quedó en fantasías de campaña. La luz de la esperanza se apagó el mismo día de la toma de protesta del ungido “divinizado”.

Claro que no llegó a gobernar… cómo pensar en ello, si por toda la vida se manifestó como un renegado antigobiernista… Se acostumbró desde su juventud priísta a culpar de todos los males a las clases gobernantes… Hoy libra una severa lucha entre su yo activista y su obligación constitucional de gobernar… Desde luego, es superior la fuerza del primero, que desafía todas las leyes, ordenamientos y regulaciones, que menosprecia las instituciones, que insulta a los tres poderes —ejecutivo, legislativo y judicial—, les niega la existencia. Su palabra es ley. No hay justicia, sólo la que él concibe y proclama. No hay autoridades. Hay un poder, el suyo, y los demás —servidores públicos— a él están sujetos, con sumisión, sin permiso para opinar y mucho menos discrepar.

El mismo día de la asunción a la presidencia, López mostró mayor aprecio a la recepción del bastón de mando de las comunidades indígenas, que la banda presidencial que evidentemente le incomoda. Así empezó a pulverizar la institución presidencial.

Pero a Andrés le urgía ganar la presidencia, y tenía que ser por la vía del voto… fueron 18 años de permanente viaje por todos los rincones de la República, una prolongada campaña de proselitismo —aún por encima de las leyes electorales— que generó un gasto extraordinario, del cual no se conoce la o las fuentes de financiamiento… a falta de información, hay sospechas y especulaciones…

Lo anterior explicaría la urgencia de Andrés López por llegar a la presidencia… hay que insistir, no para gobernar, sino para tener el poder y los recursos que le permitieran pagar, solventar, cumplir con los intereses, compromisos, facturas que acumuló durante 18 años que disfrutó a todo lujo y sin limitación alguna.

Aparte del poder, requirió de dos factores. Por principio, un equipo de trabajo sumiso, obediente, cómplice, indigno —los que no estuvieron de acuerdo, ya están fuera—; por otro lado, crear un ambiente propicio para el saqueo y la arbitrariedad, lo que consigue cada día en su engendro mañanero, sembrando odio, rencor, rencilla, desconcierto, burla, vergüenza, división, discriminación, pendencia, ilegalidad, abuso de poder, irreverencia, incongruencia, censura, ignorancia y más.

En medio de ese torbellino, las claras manifestaciones de sus simpatías o de sus compromisos, que se reflejan en el otorgamiento de obras ocurrentes y mal planeadas; la cancelación del aeropuerto en Texcoco; la decisión de otorgar abrazos al crimen organizado y no balazos; las deferencias a Joaquín “El Chapo” Guzmán, a su hijo Ovidio y a la madre del narcotraficante preso. El beneficio del enriquecimiento de sus familiares. La defensa a sus colaboradores sorprendidos en actos de corrupción, responsables de desastres, vinculados a organizaciones delincuenciales. Circunstancias que son del dominio público, pues de ellas hay evidencias en medios, redes sociales y los propios engendros mañaneros.

Tal parece que el pueblo que tanto presume López lo integran tan sólo esos privilegiados, su equipo de sumisos, la dirigencia y la militancia —no toda— de Morena y ya muy pocos de aquellos que le otorgaron el voto el 1 de julio de 2018. Los demás mexicanos —incluyendo a los pobres— no son pueblo que le interesen al poderos de Palacio Nacional.

Así queda claro que el falso mesías tabasqueño no tiene el menor interés de gobernar al país, sino de aprovechar al máximo el poder que la otorga la calidad de Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos que le concedió el sufragio popular y que formalizó el Congreso de la Unión.

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