Del caserío de Nattahí a Pueblo de la Asunción, hoy barrio del Zapote

Del caserío de Nattahí a Pueblo de la Asunción, hoy barrio del Zapote

En la toponimia urbana de Celaya, es uno de los primeros y principales referentes de su población

*Historia de antagonismos entre naturales y españoles, que terminó con una inundación, su anexión a la ciudad como barrio de la Asunción y la sentencia de “muerte” al Señor del Zapote, en 1811, por el Santo Oficio

POR AGP

PRIMERA PARTE

Celaya, Gto.- Aunque ya existía como pueblo o caserío prehispánico, muy posiblemente con el nombre de Nattahí, el Pueblo de Indios de Santa María de la Asunción, hoy Barrio del Zapote, fue primero en tiempo a la Villa de Zalaya y tenía un Cristo “con fama de aparecido”, que lo ubicaba en el centro de la piedad popular de toda la región.
Nattahí, siendo aún un caserío o aldea, fue sometido al dominio español en 1526 y fundado como Pueblo de Indios en 1562 con el nombre de Nuestra Señora de la Asunción; casi dos años después, en 1563 o 1564, hallaron su Cristo, que nombraron el Señor del Zapote. El pueblo desapareció en 1692 por una inundación y se volvió a mencionar, ya como barrio, hasta cien años después, en 1792.
Aunque hay historiadores que cuestionan la existencia de Nattahí y otros que aseguran que ahí se fundó Zalaya y que ahí estaba el histórico mezquite donde se fundó la Villa, erigiéndose con tal motivo un monumento conmemorativo en 1908, el historiador Rafael Zamarroni, apoyado en documentos, establece como lugar de fundación de la Villa de Zalaya, la Estancia del Río, “de un tal Gaspar de Salvago”, y ubica en el tiempo y lugar al Pueblo de Indios de Nuestra Señora de la Asunción, hoy conocido como barrio del Zapote.
También exhibe documentos donde expone la tensa relación que existió entre las autoridades de la Villa de Zalaya y las autoridades del Pueblo de la Asunción que, como “República de Indios”, dependía del gobernador indígena de la Provincia de Acámbaro y éste directamente del Virrey.
La cercanía en que quedó el Pueblo de Nuestra Señora de la Asunción, con respecto la Villa de Zalaya (Selaya), pero siempre extramuros de la Villa, ocasionó abusos y humillaciones contra los naturales, que llegaron a pleitos legales, teniendo que intervenir, tanto el virrey de México, como el mismo rey de España, para poner orden. Pese a ello, ésto terminó hasta que desapareció el pueblo, por una inundación, el 28 de junio de 1692; reapareciendo cien años después, en 1792, pero ya como el barrio de Nuestra Señora de la Asunción.
Estos hechos se narran, principalmente, en la obra: “Celaya, tres siglos de historia…”, de Don Rafael Zamarroni Arroyo, quien tiene como principal objetivo probar que la Villa de Zalaya se fundó el uno de enero de 1571, en el lugar llamado Estancia del Río del Mezquital de Apaseo y no en el Pueblo de la Asunción o Nattahí, pero en ella aporta datos sobre el enigmático caserío o poblado.

En este plano de Celaya de principios del Siglo XIX, atribuido a Tresguerras aparece el Barrio del Zapote, pero todavía no está la Alameda, ahí llega el canal de la Zaca de Camargo

LA HISTORIA DE NATTAHI
Aunque algunos historiadores han puesto en duda la existencia del pueblo o caserío prehispánico de Nattahí, Rafael Zamarroni, en su obra citada, publica la relación de Méritos de Don Nicolás de San Luis Montañez, dictada por mismo cacique indígena de Xilotepec, donde reseña la conquista de los pueblos del Bajío. (Páginas 161-165).
En ella se cita que, a mediados de 1526, el cacique de Jilotepec, en apoyo a los españoles, inició una expedición conquistadora por la zona poniente de su poderío, tomando presos a los enviados del Rey Caltzontzin cuando éste se negó a cooperar con ellos, los otomíes, en la conquista de Chichimeca; él solo y sus hombres siguieron adelante por la margen derecha del río Lerma o Grande de Toluca (llamado Tololotlan, según la obra: “Los Guamares, una Flor del Mezquital, de Tomás Díaz Alvarado), hasta un llano grande, donde fundaron el pueblo de San Francisco Acámbaro y ahí mismo la colonia Mexicanos, de otomíes, con autoridades independientes.
En esta expedición sometió también a los poblados indígenas de Huatzindeo y Chochones, cambiándoles sus nombre por de Santa María Huatzindeo y San Andrés Chochones. A mediados de noviembre de 1526 llegó a Xidoo (Salamanca), poblado de otomíes, quienes se sometieron bajo las mejores condiciones que les fue posible.
El 17 de noviembre, dejando un destacamento en Xidoo, la expedición partió a Nattahí, a donde llegó la tarde del 19 de noviembre de 1526, no encontrando a ningún morador en el caserío, pues al saber que se acercaba un poderoso ejército, huyeron a los montes cercanos, a donde los indios conquistadores mandaron emisarios para instarlos a volver, advertidos de que si volvían voluntariamente los recibirían como amigos, pero de negarse serían tratados como enemigos, quemarían sus chozas y a ellos les darían muerte donde fueran encontrados; así advertidos, regresaron en son de paz y los conquistadores procedieron a nombrar nuevas autoridades.
De acuerdo a la Relación de Méritos, que cita el historiador Rafael Zamarroni, se agrega que Nicolás de San Luis Montañez dirigió, desde Nattahí, el asalto y conquista de Chamacuero y Apatzecua, el 20 y el 21 de noviembre, respectivamente; sometió a los pueblos fácilmente, les impuso su cacicazgo y les cambió de nombre por el de San Francisco Chamacuero y San Juan de Apaseo. De Nattahí, no se menciona que le haya dado otro nombre.

HOSPITALILLO DE NATTAHÍ
En la década de 1530 a 1540, Fray Juan de San Miguel y Don Vasco de Quiroga, primer obispo de Michoacán, además de su obra evangelizadora desplegada en toda la provincia diocesana, fundaron 20 hospitalillos para asistencia de los indios, sostenidos con el trabajo comunal, como el hospital de Huatzindeo y el de la Ermita de Nattahí.
No hay mayor información sobre la existencia del hospitalillo de Nattahí, pero varios de estos hospitales, fundados por fray Juan de San Miguel, en este valle del mezquital, y los de Don Vasco de Quiroga, en la zona purépecha, se edificaron de manera rústica y se pusieron bajo la protección de Santa María de la Asunción.

Actual Capilla del Señor de la Clemencia, antes Señor del Zapote.

FUNDACIÓN LEGAL DEL PUEBLO DE INDIOS DE LA ASUNCIÓN, EN 1562
Aunque no se puede afirmar con certeza, en base a los documentos que se tienen, se dice que la fundación del pueblo de Nuestra Señora de la Asunción se hizo sobre la base de un pueblo de otomíes, que ya existía con el nombre de Nattahí.
Sucedió que, en 1555 los naturales de Nattahí, como los de otros pueblos o caseríos, abandonaron sus chozas y sementeras y se diseminaron por los bosques y montes tratando de escapar de los estragos de la peste de matlalzahuatl, olvidándose de sus obligaciones con los conquistadores.
Frente a este desentendido, el 15 de febrero de 1560, el Rey Felipe II emitió la Real Cédula de Reducción de Indios, que obligaba a todos los naturales a que se juntaran a vivir en sus pueblos, bajo pena de que aquellos que no lo hicieran serían perseguidos y exterminados. El objetivo era determinar quiénes eran los chichimecas revelados y implantar el cobro de los reales tributos, que hacía cinco años estaban suspendidos.
Para hacer cumplir tales disposiciones, en la región del Mezquital de Apaseo, el Virrey Don Luis de Velasco, comisionó al Capitán Don Juan de Villaseñor y Orozco, que fue conquistador y Visitador de la Nueva España, encomendero de más de 40 pueblos, fundador de la ciudad de Valladolid y protector de la Provincia Agustiniana de San Nicolás de Tolentino de Michoacán, quien para cumplir con la comisión, formó un pequeño ejército con los empleados y servidores de sus haciendas, de las cuales se encargaban sus 10 hijos, los Villaseñor y Cervantes.
Llegó al Mezquital de Apaseo a mediados de diciembre de diciembre de 1561 sin necesidad de combatir, porque los chichimecas se fueron a las serranías, mientras que los pacíficos naturales de otras tribus estuvieron de acuerdo en concentrarse a vivir en los pueblos.
Así, el primero de enero de 1562, simultáneamente, fueron fundados como Pueblos de Indios: el de Nuestra Señora de la Asunción (hoy barrio del Zapote), donde se concentraron a vivir los otomíes; el de San Miguel Octopan, donde se quedaron los mazahuas, y el de San Francisco Chamacuero (hoy ciudad de Comonfort), los tarascos.
Los tres pueblos, constituidos en “República de Indios”, quedaron agregados a los 59 pueblos de indios de la Provincia Indígena de Acámbaro, donde residía el gobernador, quien sólo recibía órdenes directas del Virrey, sobre todo en lo que se refería a proporcionar gente para la construcción y reparaciones de templos y edificios públicos.
Como Juan de Villaseñor y Orozco era protector de los agustinos, traía consigo a frailes de esta congregación de la Provincia de Michoacán, a quienes dejó encargados de los pueblos fundados.

El Cristo que los naturales de la Asunción o Nattahí hallaron en las inmediaciones de Chamacuero entre 1563 y 1564.

HALLAN POBLADORES UN CRISTO, JUNTO A UN ÁRBOL DE ZAPOTE
Hay, al menos, dos narraciones diferentes sobre el sacrificio de unos frailes que llevaban las imágenes de Cristo, de Pátzcuaro, donde las bendijo y entregó Don Vasco de Quiroga, a sus respectivos centros de doctrina, mismos que fueron emboscados por un grupo de chichimecas en las inmediaciones de Comonfort.
Las dos narraciones situación los hechos en fechas diferentes, pero después de un análisis que hace el historiador Rafael Zamarroni, en base a los datos y personajes participantes, como Don Vasco de Quiroga, primer obispo de Michoacán, concluye que las dos narraciones corresponden a un mismo hecho, sucedido entre los años de 1563 y 1564, tal como lo sitúa el segundo relato.
Dice en resumen que, cuando un grupo de vecinos del pueblo de la Asunción regresaban de San Miguel el Grande, hallaron en el camino, en las inmediaciones de Chamacuero, en una zona pedregosa del río, la imagen de un Cristo con una flecha clavada en el costado y en charco de sangre seca; la imagen estaba junto a un árbol de zapote.
Los vecinos del pueblo de la Asunción decidieron traerlo al pueblo, le hicieron una pequeña capilla, donde empezó a ser muy visitado por todos los pueblos de indios que pertenecían a la Provincia Indígena de Acámbaro, incluso de los españoles que tenían sus estancias en el Mezquital de Apaseo.
El primero de los relatos, que también cita Don Luis Velasco en su obra la historia de Celaya, dice que eran tres los frailes y que cada uno lleva un Cristo cuando fueron emboscados por los chichimecas; los cuerpos de dos frailes y dos cristos fueron rescatados por vecinos de San Miguel de Allende y San Felipe, que hoy se veneran en dicho lugares con el nombre del Señor de la Conquista.
El tercer fraile y tercer Cristo tenía como destino el centro de doctrina de Xichú. El cuerpo del fraile nunca se encontró y el Cristo que llevaba, suponen que es el hallado por los pobladores de la Asunción, que ellos nombraron Señor del Zapote.

EL PUEBLO DE LA ASUNCIÓN EN LA FUNDACIÓN DE LA VILLA DE ZALAYA EN 1571

En 1908 se erigió este monumento en conmemoración a la fundación de Celaya, aunque hay errores en las en las en las inscripciones.

Cuando se fundó la Villa de Zalaya, el primero de enero de 1571, el pueblo de la Nuestra Señora de la Asociación ya era un referente para todos los pueblos indígenas de la Provincia de Acámbaro, incluso de los españoles del Mezquital de Apaseo, por los milagros y favores que concedía a sus devotos el Señor del Zapote.
Lo de la misa al Espíritu Santo en esta ermita es una conclusión a la que llega el historiador analizando todas las circunstancias documentales, considerando que después de la misa se trasladaron a la Estancia del Río, comprada a Gaspar de Salvago para la fundación de la Villa.
La fundación de Zalaya de la Purísima Concepción se hizo en el lugar designado para el cabildo de la Villa, según el Escribano de su Majestad Don Alonso Gutiérrez García, quien levantó el acta, la cual se encuentra asentada en la Pág. 25 del Primer Libro de Cabildos, Volumen 674 del Ramo de Tierras, del Archivo General de la Nación.

TRIUNFO CÍVICO DEL PUEBLO DE LA ASUNCIÓN FUE TEMPORAL
Desde la fundación de la Villa de Zalaya, la relación entre las autoridades y pobladores del pueblo de Nuestra Señora de la Asunción fue tensa, de acusaciones mutuas, de abusos y vejaciones. Las quejas de los indígenas llegaron hasta las altas autoridades teniendo que intervenir, en un caso el Virrey y en otra el mismo Rey de España.
En el primer caso, el Alcalde Mayor de Celaya, Don Diego de Monsalve y Aguilar, se negaba a entregar las varas de mando a las autoridades electas el 30 de noviembre de 1564 para iniciar su mandato el uno de enero de 1565, sólo porque no pudo imponer como gobernador de la Provincia de Acámbaro a Don Diego Jacinto, resultando electo Don Miguel Hernández, y para alcaldes: del Pueblo de la Asunción, Don Francisco Damián; del pueblo de San Miguel, Don Francisco de San Juan, y del Pueblo de Chamacuero, Don Lucas San Juan, a quienes retuvo las varas de mando hasta el 23 de enero, pese a que el Vierrey Don Antonio Sebastián de Toledo Molina y Salazar, ordenó la entrega desde el 10 de diciembre de 1564.
El historiador Zamarroni dijo tener en su poder el expediente completo, localizado en el protocolo del Escribano Don Agustín de Carranza Salcedo, fundador de Salvatierra, quien patrocinó a los naturales de la Provincia de Acámbaro en este pleito contra el Alcalde Mayor de Celaya, Don Diego de Monsalve y Aguilar.
El decreto dice así: “Don Antonio Sebastián de Toledo Molina y Salazar, Marqués de Mancera etc… por la presente nombro Gobernador del Pueblo de San Francisco de Acámbaro para el año que viene de seiscientos sesenta y cinco a bos don Miguel Hernández y por alcalde del Pueblo de Nuestra Señora de la Asunción, EXTRAMUROS DE LA CIUDAD DE ZELAYA, a Don Francisco Damián y por Alguacil Mayor a Don Pedro Nicolás etc… (Pág. 150 de RZA).
Sobre las continuas incursiones de las autoridades de Celaya (Selaya) al Pueblo de la Asunción, quienes se quejaron de abusos, robos y vejaciones, en 1668, el Rey Carlos II expidió una Real Provisión, donde señala como lindero con Selaya una acequia y un pedazo de monte y prohíbe al alcalde de Selaya que los transponga, bajo pena de doscientos pesos de multa, en virtud de que la Real Audiencia de México comprobó abusos de las autoridades de la ciudad de Selaya, quienes acompañadas de sus esclavos y su gente, se introducían en el poblado, a altas horas de la noche, a vejar y a humillas a los indios, sacándoles los diez y doce pesos.

Aunque en este plano de 1889 ya se ve la Alameda y ya hay una calle que se une con el Barrio del Zapote el linea recta, en 1668 el pueblo de la Asunción quedaba extramuros de la ciudad por eso el Virrey prohibió a los alcaldes ordinarios de Celaya traspasar los límites para ir a molestar a los nativos, después se anexó a la ciudad.

ANEXAN EL PUEBLO DE LA ASUNCIÓN A CELAYA (1667)
Como las disposiciones del Virrey sobre la entrega de varas dejaba a salvo la decisión a que llegara la Justicia, al término del juicio de los naturales en contra del Alcalde Mayor de Celaya, que duró de 1665 a 1667, éste terminó con la anexión del Pueblo de la Asunción a Celaya, pero ya como barrio, aunque todavía quedaba extramuros de la ya entonces ciudad.
El alcalde Mayor de Celaya, en su defensa, acusó a los naturales del Pueblo de la Asunción de cometer robos a las casas de los españoles de la Ciudad y a su autoridad de no poner orden entre sus gobernados vecinos.
Aunque documentalmente no hay fecha exacta de la anexión del Pueblo de Nuestra Señora de la Asunción a la ciudad de Celaya, se considera que pudo ser al término de este juicio, porque todavía 1668 se da la Real Provisión del Rey Carlos II de España.

INUNDACIÓN Y ABANDONO DEL PUEBLO
Por todo ello, cuando el pueblo fue destruido, por una inundación, el 28 de junio de 1692, los naturales no quisieron reconstruirlo y prefirieron diseminarse en los barrios y poblados de la región, según cita Rafael Zamarroni en la Pag. 15 del libro citado, quien desde su punto de vista esta inundación fue provocada.
Cien años duró el abandono de los pobladores. Fue hasta mediados del siglo XVII cuando algunos indigentes empezaron a construir sus chozas en las proximidades del templo del Señor del Zapote.
En 1792 se le vuelve a mencionar, a mencionar en calidad de barrio, en un padrón levantado por el Cura Párroco y Juez Eclesiástico Don Joseph de Michelena, figurando con el nombre de Barrio de la Asunción (nombre que mantiene hasta Octubre de 1811).

 

Juicio Contra el “Señor del Zapote”

 

 

 

 

El verdadero origen de El Señor del Zapote

 

El Barrio de El Zapote, su nombre y su importancia para los celayenses

Por AGP

El hoy conocido barrio de El Zapote es uno de los primeros lugares de referencia para los celayenses desde la naciente Zalaya a la fecha; está situado en lo que fue el poblado otomí (otomite) Nat Tha Hi o Nattahí, fue de los primeros núcleos de población que crecieron alrededor de la traza original, que luego se convirtieron en congregaciones de los naturales, agregadas a la villa, dando origen así a la conformación de los barrios de indios, casi al final del mismo siglo XVI en que se fundó la villa.

Don Luis Velasco, en su Historia sobre la Ciudad de Celaya (Pag. 50 primer tomo), dice -citando la obra: «Nattahí», de Fulgencio Vargas-, que los indios de la región contribuyeron al desarrollo de la villa y a la construcción de los primeros edificios, por lo que los españoles procuraron que vivieran en los alrededores, fuera de la traza urbana, como lo fue siempre Nattahí.

No se precisa en qué momento Nat Tha Hí cambió a barrio de El Zapote, pero el nombre le viene, debido a la imagen de un cristo que veneraban en la capillita o ermita de Nat Tha Hi, conocido como “El Señor del Zapote”, la cual fue introducida por los frailes agustinos, quienes estaban a cargo del recinto, aunque se dice que fue construida por Fray Juan de San Miguel, y su fiesta se celebraba el uno de enero.

Actual capilla de El Señor de la Clemencia que se construyó en el lugar donde estaba la ermita, donde los pobladores de Nat Tha Hi veneraban al Señor de El Zapote.


En la actualidad, en el barrio de El Zapote, se venera a la Virgen de la Asunción, el 15 de agosto, pero conserva su nombre original como barrio de El Zapote, aunque la calle que hoy se llama 16 de Septiembre, primero fue calle Clemencia y luego calle del Águila.
Después, “El Señor del Zapote” se cambió por “El Señor de la Clemencia”, pero el barrio conservó el nombre de El Zapote, como los demás barrios, que fueron surgiendo con el nombre de la imagen a la que se le dedicó: Santiaguito, San Antonio y Resurrección, que fueron los primeros.

El primero de los templos que se construyó, luego de la fundación de Zalaya, fue el del Zapote, que suplió a la antigua ermita de Nat Tha Hi, donde estaba “El Señor del Zapote”, la que sirvió de marco, junto con el mezquite, que estaba a un lado, para la fundación de la ciudad; en este nuevo templo se colocó, temporalmente, la primera imagen de la Purísima Concepción que trajeron de España por encargo especial de Don Martín Ortega y su esposa Magdalena de la Cruz Silva, mientras se construía su templo en la traza de la villa, cuya devoción difundían ya desde entonces los padres franciscanos.

(Del libro de Don Luis Velasco)


Sobre el nombre de El Zapote, que es el lugar de referencia en la toponimia urbana de Celaya, el más antiguo y de mayor importancia por haberse realizado en este sitio la fundación de la ciudad, el uno de enero de 1571, casi 50 años después de la caída de Tenochtitlán, tiene también sus leyendas urbanas, que algunos cronistas e historiadores han consignado como tales en diferentes monografías.
Don Luis Velasco cita, en su Historia Sobre la Ciudad de Celaya, la «Historia de la Provincia de San Nicolás Tolentino de Michoacán, del Orden de Ntro. Padre Sn. Agustín». Tomo II, de Fray Diego Basalenque; el «Álbum Conmemorativo de la Coronación de Ntra. Sra. Purísima Concepción de Celaya», del P. Cesáreo Murguía; “Nattahí”, de Fulgencio Vargas; “Celaya”, del Dr. David Reynoso Beltrán, y otros documentos del Archivo General de la Nación, para sustentar los datos que aporta sobre la fundación y los acontecimientos que le siguieron, destacando la devoción de sus pobladores a la Inmaculada Concepción, que luego pasó a ser Celaya de la Purísima Concepción, en tanto que Zalaya sufrió la modificación a Salaya y luego Celaya.

A mediados del siglo pasado, según recuerdan algunos vecinos, dicen que en la actual calle de Arroyo Ch., entre 16 de Septiembre y Tenochtitlán, había un árbol de zapote negro y creen que por algún ancestro de él se le dio el nombre al lugar; sin embargo, el dato más objetivo, que consignan las los historiadores, como Don Luis Velasco, coinciden en la devoción de los pobladores de Nat Tha Hi a la imagen de “El Señor del Zapote”, fomentada por los frailes agustinos.

Monumento a la fundación de Celaya en el barrio de El Zapote.


Con motivo de los 450 años de la fundación, que se cumplen el uno de enero de 2021, sería oportuno dignificar el lugar, como ya lo han propuesto algunos ciudadanos, que al margen de la autoridad buscan destacar el uno de enero de 1571, como la fecha oficial de la fundación y no el 12 de otubre de 1570, en que se concedió la autorización para la fundación de la villa.
Como testimonio de la fundación de Celaya en el barrio de El Zapote, se erigió posteriormente una columna y luego un monumento con un mural, que ha servido de referente para los habitantes de la ciudad, aunque también por muchos años ha estado abandonado.

NAT THA HI EXISTÍA MUCHO ANTES DE LA FUNDACIÓN DE ZALAYA

Antes de conocerse este lugar como el barrio de “El Zapote”, existía ahí, desde antes de 1531, una aldea de otomíes llamada Nattahí o Nat Tha Hí, lugar de mezquites; a toda la zona se le conocía como el mezquital de Apaseo, lugar al que llegó el Virrey Martín Enríquez de Almanza en su campaña para combatir a los Chichimecas, en junio de 1570.

(Del libro de Don Luis Velasco)


En la visita de Martín Enríquez de Almanza, en junio de 1570, un grupo de españoles asentados en Apaseo el Grande y con dotaciones de tierra en El Mezquital, solicitaron al Virrey la fundación de una población en esta zona, que sirviera de protección contra las invasiones chichimecas, petición que se aprobó el 12 de octubre de 1570, según relatan todos los historiadores avalados por documentos oficiales de la época.
Anterior a la llegada del Virrey, se consigna que, en 1526, Don Nicolás de San Luis Montañez, cacique de Xilotepec y Tula, y su sobrino Fernando de Tapia, fundaron Acámbaro, al emprender la campaña en apoyo a los españoles, para conquistar los pueblos del Bajío y del Norte, conocidos como Chichimecas; al mismo tiempo, descubrieron el valle de Apaseo (Dee en otomite, y Apatzecua en tarasco), estableciendo ahí la Estancia de Apaseo, a escases tres leguas de la aldea de Nattahi. (Pág. 43 de la Historia de la Ciudad de Celaya, Tomo I, de Luis Velasco y Mendoza), confirmando que Nattahi, existía mucho antes de las fundaciones españolas y que fueron las primeras aldeas a las que llegaron a evangelizar los religiosos.

La disposición del Virrey se cumplió, como él lo dispuso: el uno de enero de 1571, los 30 hombres casados, más cinco varones, se reunieron, a la sobra de un mezquite, que estaba al lado de la capilla de Nat Tha Hi, para escuchar la misa al Espíritu Santo y hacer la asignación de los solares; después se trasladaron al sitio que hoy ocupa la presidencia municipal para instalar el primer cabildo.

Don Luis Velasco cita que, en la sobra del mezquite, a un lado del templo, sólo se realizó la asignación de los solares y la misa de fundación se celebró en el lugar que hoy ocupa la presidencia municipal, relación que contrasta con la de otros historiadores. Don Luis Velasco cita, para tal efecto, un artículo del No. 63 de la «Gaceta de México», del día 23 de Mayo de 1820.

Independientemente de esta discrepancia, queda establecido que el uno de enero de 1571, tuvieron lugar los hechos más importantes de la fundación de Celaya: la celebración de la misa al Espíritu Santo, la asignación de solares y la instalación

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