Escrito en servilletas

Escrito en servilletas

CARLOS MARTÍNEZ INDA

Amigo mío: estoy viviendo un momento feliz, entre amigos. Dejar de compartirte sería egoísta, te invito a vivirlo conmigo. Ubícate…
Estamos en un rincón reservado de un restorán argentino, el que, desde que entras, te hace vivir la pampa. Nuestro anfitrión, el gran amigo Lalo Franco Díaz, se prepara a decir unas palabras y colocar en la pared prestada, sus pensamientos, sus sentimientos, su alma, su corazón…
Quien nos atiende, una mujer exuberante, acinturada, guapa, alegre, ojos rasgados de pupila color agua zarca, vestida de gitana, falda amplia, blusa ceñida, pone con coquetería en nuestros lugares sendas copas de lambrusco, producto de los viñedos italianos de Lombardía, acompañadas de longinillas de arrachera y rollitos de jamón serrano
Abrazos a los recién llegados, palmadas en la espalda al compañero de al lado, señas a los lejanos, risas, alegría, fraternidad, muchos brindis con choque de copas, otros de palabras en voz alta dichas de pié, otros con tan solo alzar la copa.
Crean fondo en tal ambiente fraterno, las notas de un tango arrabalero salidas del impulso de un corazón tierno y romántico del Viejo Acordeón de Kapís, mientras en un lugar a media luz una pareja joven ¿novios? ¿amigos? danza al compás de la música.
Lalo Franco se levanta de su asiento, el orden se impone de inmediato, algún parado vuelve a su lugar.
Comienza la voz del amigo, a hablar del amigo.

Amigos míos:
Este humilde servidor no es sino uno más de los muchos amigos que se vanaglorian de tener la oportunidad de estimarlos en todo lo que valen. Un abrazo fraterno para cada uno de ustedes.
Deseo recordar alguna cuarteta que memoricé hace tiempo, salida de algún documento que debe ser muy importante:


No te quiero como amante,

ni quiero ser tu marido,

quiero ser mejor tu hermano

y más que hermano… ¡tu amigo!


El verdadero amigo ocupa un lugar preponderante en la pirámide de las relaciones humanas

Si mis hijos me llegan a sentirme más amigo que padre y si soy capaz de ser más amigo que esposo, será señal de que las cosas se están haciendo bien.
Les agradezco el valor invaluable de su amistad y el haberme permitido compartir con ustedes estas reflexiones.
Que vaya un abrazo a todos, a cada uno…
Lalo, entre vítores, cuelga de la pared sus palabras enmarcadas en un cuadro.

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