//Mensaje de Navidad:// Dios quiere estar

//Mensaje de Navidad:// Dios quiere estar

Pbro. Carlos Sandoval Rangel

“Les traigo una buena noticia, que causará gran alegría a todo el pueblo: hoy les ha nacido, en la ciudad de David, un salvador, que es el Mesías, el Señor. Esto les servirá de señal: encontrarán al niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre” (Lc. 2, 10-12). Esto cambió la historia: Dios quiso estar entre nosotros, haciéndose uno de nosotros. Comparte nuestra condición para que nosotros participemos de la de él.
Hoy tenemos dos opciones: festejar la presencia de Dios o festejarnos nosotros. Cuando festejamos su presencia todos cabemos en la fiesta. En cambio, cuando nos festejamos a nosotros, al primero que excluimos es a Dios. Sin Dios, queremos hacer nuestro mundo, nuestro espacio y eso, al final, no alcanza para mucho. Al contrario, la exclusión de Dios ha traído la soberbia de muchos, la violencia en nuestros espacios, la irresponsabilidad y la exclusión de los más vulnerables.
No perdamos la oportunidad: festejemos la presencia de Dios y reprendamos el camino, como él lo marca. Que nos sorprenda la manera como se presenta el Mesías entre nosotros. Mientras el común de las profecías anunciaban la majestuosidad del que había de venir, ahora Él sorprende a todos por su humildad, sencillez y pobreza: “hoy les ha nacido, en la ciudad de David, un salvador, que es el Mesías, el Señor. Esto les servirá de señal: encontrarán al niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre” (Lc. 2, 10-12). Y los primeros en recibir la noticia fueron los pastores.
Así apareció la bondad. “Ha aparecido el poder de Dios en la creación de las cosas, su sabiduría en el gobierno de las mismas, pero su bondad se manifiesta principalmente en la humanidad. Porque es una gran prueba de bondad añadir a la humanidad el nombre de Dios” (San Bernardo). Dios es bondadoso al estar presente para compartirnos su divinidad, pero se vuelve infinitamente misericordioso con nosotros al tomar nuestra condición humana.
La navidad es el festejo de una persona precisa, de un niño que envuelto en pañales contiene toda la gloria de Dios. Detengámonos en el pesebre, frente al recién nacido que quiere llegar hasta lo más profundo de nuestro corazón, para desde ahí transformar el mundo. Para que el mundo sea diferente no basta estudiar, trabajar, crear proyectos económicos y políticos; no basta consolidar determinadas estructuras sociales; sin renunciar a eso, necesitamos, ante todo, corazones profundamente renovados y eso lo logra solamente Jesús con la gracia y el amor que nos ofrece desde el pesebre. El mundo es nuevo a partir de que cada persona se atreva a abrirle de verdad el corazón a Dios y se atreve a vivir de él.
La navidad nos recuerda que Dios quiere estar. Nos recuerda que Dios sigue creyendo y esperando en nosotros. Por qué nosotros no volver a apostar en el camino de libertad, de amor, de encuentro que él nos propone. Por qué no creer en el proyecto de humanidad que él nos sugiere.
Detengámonos frente al sublime misterio del pesebre. Ahí la eternidad se hace presente en el tiempo, la vida entra en la profundidad de la muerte, la verdad se hace más fuerte que la mentira, el amor viene para vencer el odio, la maldad es echada a un lado para que la gracia sea parte de nosotros.
¡Todo lo que el mundo ganaría si entendiera y aprendiera a vivir de lo que hoy se celebra en el pesebre!
Feliz navidad

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