//Mensaje dominical:// Con la bendición de Dios y de la mano de María

//Mensaje dominical:// Con la bendición de Dios y de la mano de María

Pbro. Carlos Sandoval Rangel

 

“El Señor te bendiga y te proteja, haga resplandecer su

rostro sobre ti y te conceda su favor. Que el Señor te mire

con benevolencia y te conceda la paz” (Nm. 6, 22-27).

“Así invocarán mi nombre… y yo los bendeciré”.

 

En estos días, hemos reafirmado nuestra fe en un Dios, que, a través de Jesús, se hace cercano y nos muestra la grandeza de su amor. Siendo Dios se encarna asumiendo la totalidad de la realidad humana para dignificarla. Si partimos de la naturaleza humana, es interesante lo que plantea san Agustín: Cristo al encarnarse se presentó con sexo masculino, pero, a la vez, nació de una mujer, asumiendo así el rostro masculino y femenino de la humanidad. Por eso, dice el mismo San Agustín: “Varones, no se desprecien a sí mismos; el Hijo de Dios tomó forma de varón. Mujeres, no se desprecien a sí mismas; el Hijo de Dios nació de una mujer” (De agone christiano, c. 11).

Pues si el Hijo de Dios se ha humillado para asumir nuestra condición y se ha manifestado en un pesebre, ¿por qué nuestro corazón no habría de doblegarse con humildad para invocar su bendición?, ¿por qué no habríamos de aceptar que necesitamos que su bendición nos acompañe a lo largo del nuevo año que se abre?

El año entrante no será nada fácil, pues las sombras con que cerramos un año son las mismas con que iniciamos uno nuevo. Iniciamos con una enorme incertidumbre debido a la violencia extrema, los desajustes económicos, la corrupción, los trastornos ecológicos, la pobreza religiosa, los monopolios políticos, los desajustes familiares y las secuelas de la pandemia, entre otras cosas. No parece el marco ideal para enfrentar un nuevo año.

Sin embargo, no podemos permitir, como dice el Papa Francisco, que la realidad nos derrumbe. De ahí que nos preguntemos: ¿Qué necesitamos para poco a poco darle un giro a la historia? La respuesta es obvia, necesitamos trabajar mucho todos los días para tener la convicción de que no podemos seguir tejiendo la historia sin la mano de Dios.

El misterio de Dios, revelado en el pesebre, nos recuerda que Dios no es algo ambiguo o abstracto, sino el Dios cercano, concreto y personal, que comparte, redime y hace trascender nuestra vida. Él está con nosotros, con cada uno y con todos, para compartir nuestras inquietudes, luchas, limitaciones, esfuerzos, sufrimientos y todo cuanto vivimos en el día a día. Está para redimir nuestras equivocaciones y caídas. De nuestra flaqueza sacará fuerza; se valdrá también de nuestro pecado para reafirmarnos su misericordia. No tengamos la menor duda de que Él nos dará la posibilidad de ir más allá de lo que nosotros por sí solos no podemos.

Al cerrar un año e iniciar otro, no podemos permitirnos ni fatalismos ni triunfalismos. Simplemente, es momento de reafirmar nuestra decisión de continuar el camino y, sobre todo, hacerlo “confiando en la palabra de Cristo: ¡Duc in altum! debemos remar mar adentro.

Cerramos un año e iniciamos otro también de la mano de María santísima. Ella es la Madre del amor. Es la mujer de la esperanza. Por eso cuando las fatigas y confusiones nos generen incertidumbre, no dudemos tomarnos de su mano, ya que ella siempre nos mostrará el camino; por algo la Iglesia, al inicio de cada año, nos invita a recordar a María como nuestra Madre. María Santísima es la Mamá peregrina que nos acompaña en todas las circunstancias. Como buenos hijos, seamos humildes y no nos soltemos de su mano amorosa.

Por último, los invito a iniciar el nuevo año con dos propósitos que nos sumarán muchísimo. Uno, no olvidarnos en ningún momento a los más necesitados. Son muchos, pero ojalá que nosotros colaboremos para que, al menos, para uno de ellos su vida sea menos dura. El otro, siempre seamos agradecidos con las personas que nos apoyan en las tareas más sencillas: quienes nos abren la puerta, nos limpian los zapatos, nos apoyan en la limpieza, nos cortan el pelo, los que trabajan en el campo, etc. Responder a estos dos propósitos nos dará la posibilidad de mantener vibrante y bien ubicado el corazón en la realidad que vivimos. Desde ahí, empezamos a construir una historia con mayor responsabilidad y amor.

¡Dios les bendiga! ¡Feliz año nuevo!

CATEGORIES
Share This

COMMENTS

Wordpress (0)
Disqus (0 )